9 de octubre de 2014

San INOCENCIO DE LA INMACULADA CANOURA ARNAU y 8 compañeros. M. 1934.


Martirologio Romano: En la localidad de Turón, en la región española de Asturias, santos mártires Inocencio de la Inmaculada (Manuel) Canoura Arnau, presbítero de la Congregación de la Pasión, y ocho compañeros, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que, durante la revolución, en odio a la fe fueron asesinados sin juicio previo, alcanzando así la victoria

La Revolución de Asturias de octubre de 1934 fue un intento de los grupos políticos de izquierdas de ensayar en España una república socialista al estilo de la URSS. Fue prepara con minuciosidad para toda la nación. Los desmanes se multiplicaron. Destruyeron muchos lugares de culto, como la “cámara santa” de la catedral de Oviedo. Sobre todo en las cuencas mineras, la violencia fue enorme. Más de mil muertos llevaron el luto a la región, entre ellos fueron asesinados por odio a la fe 34 sacerdotes y seminaristas. Los hermanos de la comunidad de Turón, como represalia “por haber enseñado la religión y haber llevado a los alumnos a misa”, estuvieron entre los sacrificados.
Los desórdenes se iniciaron en la madrugada del día 4 de octubre. Ese día los hermanos fueron detenidos al amanecer, con el padre pasionista Inocencio de la Inmaculada que con ellos se hallaba. Junto con los tres sacerdotes de la localidad y otros prisioneros, quedaron encerrados en una “casa del pueblo” improvisada. El edificio del colegio fue requisado y se destinó a sede del comité revolucionario. 
En la tarde del día 7 se presentaron dos miembros del comité. Su empeño fue enterarse de si el hermano Marciano era religioso o sólo asalariado, puesto que era cocinero. Quedaron satisfechos cuando supieron la verdad. Los detenidos intuyeron lo que se avecinaba. Se confesaron con los sacerdotes detenidos. En el comité, su dirigente, Silverio Castañón, determinó su muerte, junto a él, otro exaltado, Fermín García (El Casín), tenían prisa por ejecutar la sentencia. Varias personas intentaron poner sensatez, entre ellas dos médicos y varias madres de alumnos. Creyeron haberlo conseguido, pero Silverio Castañón, a falta de voluntarios de Turón, recluto con sigilo en Mieres y Santullano gente que formara parte del piquete de ejecución. El día 9 por la mañana los fusilaron junto con dos carabineros: el teniente coronel Arturo Luengo Varea y el comandante Norberto Muñoz. Los hermanos eran: Cirilo Bertrán, Marciano José, Julián Alfredo, Victoriano Pío, Benjamín Julián, Augusto Andrés, Benito de Jesús, Aniceto Adolfo

Inocencio de la Inmaculada se llamaba Manuel Canoura Arnau. Nació en Valle de Oro, Santa Cecilia, Mondoñedo (Lugo), en 1887, en el seno de una familia de campesinos modestos. Ingresó en los pasionistas de Mondoñedo, cuando tenía 14 años, con un gran entusiasmo y a pesar de cierta oposición de la familia; a los pocos meses fue destinado a Desuto-Bilbao; de aquí, después al colegio-seminario de Peñafiel, Valladolid. En 1904 comenzó su noviciado en Deusto, donde se entregó a la oración, y a la fraternidad vivida sentida con un gran espíritu de servicio y sacrificio. En 1905 emitió su profesión religiosa. En 1913 fue ordenado sacerdote en Oviedo; desde entonces comenzó una vida de intenso apostolado, en la que cabe destacar su dedicación a la docencia, como profesor de Teología, Filosofía y Literatura en todas las casas en las que fue destinado: Corella y Daimiel. Su último destino fue Mieres en 1934. Su vida fue una autentica dedicación de la juventud. 
Fue arrestado con la comunidad lasaliana de Turón, en 1934, por haber prolongado su estancia, a causa de una petición que se le hizo de confesar a unos niños de una escuela cercana, el colegio de Nuestra Señora de Covadonga para celebrar la eucaristía del primer viernes de mes. 
Fue martirizado por el terrible delito de hablar a los niños de Dios Padre, de contarles que Cristo había dado su vida por nosotros y por explicarles el primer mandamiento en el que nos tenemos que amar todos. Fue fusilado. 

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