23 de octubre de 2014

San IGNACIO DE CONSTANTINOPLA. (c.799 - c.877).


Martirologio Romano: En Constantinopla, san Ignacio, obispo, que, por haber reprendido al césar Bardas por el repudio de su legítima esposa, fue objeto de injurias y desterrado. Restituido a su sede por intervención del papa san Nicolás I, descansó en la paz del Señor.

Hijo del emperador bizantino Miguel I Rangabé, se llamaba Niceto. Cuando en el 813, su padre fue depuesto por León V el Armenio, se exilio, junto a toda su familia a un monasterio de la isla de los Príncipes y sufrió, junto a su hermano, la castración. Se hizo monje y tomó el nombre de Ignacio. Hombre piadoso y asceta, fue ordenado sacerdote por Basilio de Pario, y se convirtió en hegúmeno en el 840 y patriarca (842) de su nativa Constantinopla a petición de la emperatriz santa Teodora, sucediendo a san Metodio “el Confesor”. 
Combatió con firmeza la intriga y la corrupción: negó la comunión al cesar Bardas, culpable de incesto. Tenía un rígido temperamento que le enfrentó a varios obispos, por su radical visión de la vida religiosa. Luchó contra la herejía iconoclasta. Por esto fue expulsado de su sede, y recluído en la isla de Terebinto en el 858 y sustituido por el usurpador Focio, esto ocasionó un cisma entre los partidarios de Ignacio y los de Gregorio, enemigo de Ignacio, que fue depuesto en un sínodo convocado por la emperatriz Irene. Focio, en otro sínodo, depuso a los ignacianos. El emperador ordenó una violenta persecución contra los seguidores de Ignacio, que fue trasladado a la isla de Hiera, después a Prometón, en la cárcel de los “Noumera” en Constantinopla y finalmente a Metilene. A pesar de todas estas deportaciones y de los maltratos que recibió, se negó a reconocer el nombramiento de Focio. En un sínodo convocado por Focio, en el 861, y con la aprobación del papa san Nicolás I, se condenó el nombramiento de Ignacio, por haberlo hecho la emperatriz santa Teodora, sin respetar las leyes canónicas. 
Ignacio sufrió otras persecuciones: fue encarcelado y, tras un breve periodo de libertad, huyó, vestido como un esclavo en el 861. Mientras en Roma, el papa san Nicolás I, se retratactaba de su apoyo en sinodo fociano, y en un concilio en Roma en el 863 condenó a Focio y rehabilitó a Ignacio. El emperador Miguel III, fue asesinado, y subió al poder Basilio el Macedonio que llamó a Ignacio y depuso a Focio, e Ignacio ocupó el cargo de patriarca hasta su muerte, no sin antes pasar por toda clase de maltratos y torturas, con la intención de matarlo, pero logró escabullirse. Poco antes de morir nombró un obispo para Bulgaria, y envió misioneros, lo que le causó un conflicto con Roma, que estuvo a punto de excomulgarlo, pero Ignacio ya había muerto. 

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