Martirologio Romano: En Vigevano, de la Lombardía, beato Mateo (Juan Francisco) Carreri, presbítero de la Orden de Predicadores, que fue vehemente y fecundo predicador de la Palabra de Dios en su tiempo.
Juan Francisco nació en Mantua, en el seno de la nobilísima familia de los Carreri. Desde niño parecía un ángel por la belleza de su cuerpo y la bondad de su corazón. No le faltaron insidias y tentaciones, pero él, con la gracia de Dios, las superó todas, saliendo victorioso. Deseoso de abrazar la vida religiosa pedía al Señor que le indicase cual era su voluntad, y un día, entrando en la iglesia de Santo Domingo en Mantua, se sintió atraído por la salmodia de los frailes y pidió ingresar en la Orden de Predicadores.
Ingresó en los dominicos y cambió su nombre por el de Mateo. Su noviciado fue uno de los más fervientes, y a menudo el Padre Maestro debía moderar su excesivo ardor. La oración, el estudio, la penitencia fueron los medios con los que preparó su portentosa predicación. Fue ordenado presbítero y pasó toda su vida predicando por toda Italia. El principal tema de sus sermones fue la paz del Señor.
Lombardía y Toscana se removieron por su ardiente palabra y por los prodigios que le acompañaban. Combatió sin descanso la profanación de los días festivos y diversiones ilícitas. Llevó un espíritu nuevo a varios conventos, especialmente el de Soncino, en el que introdujo una completa reforma. Cuidó mucho la Tercera Orden. Antes de morir ansiaba saborear alguna gota de la pasión del Señor, y la obtuvo. Tuvo una visión en el que Cristo crucificado le traspasó el corazón con una aguda espina. Su muerte estuvo rodeada de muchos milagros y su cuerpo se venera en la iglesia de San Pedro Mártir.
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