23 de septiembre de 2014

San PÍO DE PIETRELCINA. (1887-1968).


Martirologio Romano: San Pío de Pietrelcina (Francesco) Forgione, sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo en Puglia se empeñó mucho en la dirección espiritual de los fieles y en la reconcilación de los penitentes y tuvo tan providente cuidado hacia los necesitados y los pobres que concluyó en este día su peregrinación terrena configurado con Cristo crucificado


Francisco Forgione nació en Pietrelcina, Benevento, Italia, en el seno de una modesta familia de labradores. Desde muy niño se ofreció a san Francisco de Asís, al mismo tiempo que recibió varios fenómenos místicos que él consideraba naturales. En 1903 ingresó en como fraile capuchino en el convento de Morcone y cambió su nombre por el de Pío. Después de realizar sus estudios fue ordenado sacerdote en Benevento en 1910. Una larga y misteriosa enfermedad le obligó a marcharse a su pueblo donde estuvo hasta 1916, que se incorporó a la fraternidad capuchina de Santa Ana de Foggia. En estos años las penitencias y la oración fueron muchas, así como los contínuos fenómenos místicos. Durante la I Guerra Mundial sirvió como soldado del ejército italiano. 
En 1916, pasó a la fraternidad de de San Giovanni Rotondo donde permanecerá hasta su muerte. Sufrió las estigmatizaciones en 1918 y que se desvanecieron en vísperas de su muerte. También sufrió, a su pesar, 17 dones extraordinarios, desde la profecía a la bilocación, la lectura del pensamiento y, el don taumatúrgico. Su vida causó estupor entre la curia vaticana que le abrió 27 investigaciones y le impuso castigos injustos que siempre aceptó de modo ejemplar, como la suspensión “a divinis”, que sólo podía celebrar misa en privado y estaba exento de la confesión. Fue en 1964, cuando el papa Pablo VI le concedió la rehabilitación. El franciscano Agostino Gemelli, fundador de la Universidad Católica, decía de él que era “un histérico y que tanto sus estigmas como sus milagros eran puros engaños” cuando en realidad lo que conmovía del capuchino era verle celebrar la Eucaristía o escuchar sus consejos en el confesionario. El papa Juan Pablo II, siendo un joven sacerdote polaco, fue a visitarlo y quedó impresionado por su espiritualidad, además le pidió un milagro que realizó en la señora Poltawska, que sobrevivió a los experimentos nazis de un campo de concentración. 
Fundó la Casa de “Alivio del Sufrimiento” para atender a los enfermos y es el mejor hospital dotado del sur de Italia. Su espiritualidad ha dejado como herencia más de 2.300 grupos de oración en Italia y 400 en el resto del mundo; personas sencillas que se reúnen para rezar una vez en semana, ayudadas por un sacerdote local y con el visto bueno del obispo diocesano. Decía: “soy un pobre fraile que reza”. Sufrió la purificación de la “noche oscura del alma” y él escribió: “Preferiría llevar mil cruces y hasta me sería más dulce y llevadera toda cruz, si no tuviese esta prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no al Señor en mis obras”. 
En San Giovanni Rotondo, donde está enterrado, se ha construido un santuario y es el tercer santuario más visitado del mundo. Fue beatificado por Juan Pablo II en 1999, en una multitudinaria ceremonia, y canonizado en julio de 2002. MEMORIA OBLIGATORIA. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario