Martirologio Romano: En Apamea, de Siria, san Antonino, mártir de la fe, de quien se dice que, siendo lapicida, los paganos le mataron por destruir ídolos gentiles cuando tenía veinte años de edad.
Mártir legendario. Según algunos hagiógrafos, como los bolandistas dicen que era cantero sirio de que hizo pedazos los ídolos de su pueblo, murió en las gradas de una iglesia en Pamea o Apamea de Siria, junto con su discípulo Almaquio, el presbítero Juan. Otros mártires de Apamea serian san Cayo y san Alejandro. Habrían sufrido martirio durante la persecución de Diocleciano. Según otros, era de estirpe real, según algunos historiadores. Muy venerado en Pamiers del Languedoc (Francia), como lugar de su martirio, y especialmente en Palencia.
Según la tradición de Pamiers habría llegado a Arles con san Dionisio de París, para evangelizar la región de Rouergue. Habría sido decapitado y descuartizado. Sus miembros fueron arrojados al Ariège. No obstante, su cabeza y brazos, depositados en una barca y velados por dos águilas blancas, remontaron milagrosamente la corriente y recalaron en Pamiers. Al respecto, otras tradiciones relatan que fue martirizado por los arrianos. En realidad este santo no ha existido sino que es el mártir de Apamea de Siria. Ya que sus reliquias las trajo a esta ciudad en el siglo XII el conde Rogelio II de Foie, después de combatir en la cruzada.
Hay otra tradición que dice que era francés, hijo de Fredela, rey de Pamia, quien por el trato con los ermitaños de San Agustín se convirtió al cristianismo. Predicó entre los paganos, y fue martirizado en compañía de Almaquio y del presbítero Juan por su tío Teodorico en el 674, siendo diácono.
Y otra tradición le hace nacido en Pamia, tierra de los vacceos en Palencia, donde habría sufrido martirio en época de Diocleciano. Otra tradición legendaria sobre sus reliquias narra que el rey don Sancho, hallándose de caza en la espesura de un bosque, en el lugar donde hoy se extiende la ciudad de Palencia, divisó un jabalí, que en su huida fue a refugiarse en una oquedad del terreno (la cripta de San Antolín, aún en pie hoy bajo la catedral gótica de la ciudad). Adentrándose el rey en la misma, se disponía a lanzar una flecha para matar al animal, cuando su brazo quedó paralizado, comprendiendo el rey que estaba en un lugar santo y que había sido castigado por cometer sacrilegio. El monarca hizo entonces un voto por el que si recuperaba de la repentina parálisis levantaría una catedral en el lugar. Al instante quedó curado. Agradecido el rey Sancho por el milagro, y halladas las reliquias del mártir que habían quedado abandonadas durante la invasión musulmana, se erigió el templo en cumplimiento de la promesa. Debido a esto la catedral palentina está dedicada a san Antolín. Es patrón de Pamiers, Toulouse y Palencia.
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