2 de septiembre de 2014

OTROS SANTOS DEL DÍA.



San Zenón de Nicomedia. M. 302. 
Martirologio Romano: En Nicomedia en Bitinia, hoy Turquía, san Zenón, mártir
Mártir junto con sus hijos Concordio y Teodoro, en Nicomedia, durante la persecución de Diocleciano. Otros autores consideran que fueron mártires durante la persecución de Juliano el Apóstata. 

Santos Teódota, Evodio, Hermógenes y Calixta. M. 304. 
Martirologio Romano: En Nicea de Bitinia, pasión de santa Teódota con sus hijos Evodio, Hermógenes y Calixta.  
Teodota, era una noble dama de Nicea. Según las «actas» de la santa, el prefecto Leucacio intentó casarse con ella, pero al rehusar Teodota, la denunció, lo mismo que a sus tres hijos, ante Nicecio, procónsul de Bitinia. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor. Nicecio preguntó a Teodota si ella había enseñado a sus hijos la falsa religión que practicaban. Teodota replicó que no era una religión falsa ni nueva. Nicecio exclamó: «¿Acaso quieres decir que tus antepasados conocían ya tales doctrinas?» Evodio, el hijo mayor de Teodota, intervino entonces, diciendo: «Nuestros antepasados estaban equivocados, pero no porque Dios no hubiese revelado la Verdad, sino porque se cegaban voluntariamente y se precipitaban en el error. Pero nosotros estamos decididos a seguir a nuestra madre». Nicecio replicó: «Vuestra madre va a ofrecer sacrificios a los dioses, lo quiera o no». En seguida, dirigiéndose a Teodota, le echó en cara la valiente respuesta de su hijo y la exhortó a sacrificar a los dioses para salvar la vida de sus hijos. Como no lograse persuadirla, Nicecio condenó finalmente a los cuatro mártires a morir por el fuego.
Aunque los textos griego y latino de las pretendidas «actas» carecen de valor, existen razones para creer que el martirio de santa Teodota y sus hijos tuvo lugar realmente. El «Breviarium» sirio, de principios del siglo V, menciona a «los hijos de Teodota» y sitúa su martirio el 2 de septiembre. Probablemente esa fecha es la verdadera, aunque el “Martirologio Hieronymianum” afirma erróneamente que el martirio se llevó a cabo el 2 de agosto.

San Lanfranco de Vercelli. s. V. 
XIº obispo de Vercelli. Gobernó la diócesis durante nueve años, al final del siglo V. Massa escribe: “Después de la muerte, fue canónicamente aclamado como santo por todos los escritores, sea vercelleses como forasteros”. Su nombre no ha estado jamás inscrito en el Martirologio Romano, pero en la última edición de éste indica que es legítimo el culto de aquellos “santos y beatos”que están reconocidos en los calendarios y catálogos diocesanos.

San Próspero de Tarragona. s. V o c. 718.  
Martirologio Romano: En Tarragona, de Hispania, san Próspero, obispo.
Obispo de Tarragona. Según una tradición huyó de España en el 409, a la llegada de los vándalos; según otra tradición rigió la diócesis hasta al menos el año 713 (otras fuentes citan la fecha de 718). Huyó a Italia tras la invasión árabe que destruyó Tarraco. Llevó consigo los restos de los santos Fructuoso, Augurio y Elogio así como otros objetos del obispado. En Italia fundó el Monasterio de Capodimonte en el que falleció; aunque no aparece en las listas de santos de la iglesia católica.
Apenas falleció las campanas de las iglesias comenzaron a sonar de forma espontánea, llevaron su cuerpo a Camogli, donde todavía hoy es venerado. 
 
San Nonoso. M. c. 575. 
Martirologio Romano: En el monte Soratte, en la vía Flaminia, del Lacio, san Nonoso, abad.
Benedictino, que tuvo que sufrir muchísimo a causa de su abad, vulgar y envidioso, que aprovechaba toda ocasión para maltratarlo o atormentarlo. Soportó todas estas pruebas con máxima humildad, conciente de su consagración al Señor. Cuando a su vez, él fue nombrado abad de la abadía de Monte Soratte (Roma), fue siempre benévolo y gentil con todos sus monjes. Sus milagros los narró san Gregorio Magno. 

Alberto y Vito. Beatos. M. c. 1095.  
Martirologio Romano: En Póntida, en el territorio de Bérgamo, en Lombardía, santos Alberto y Vito, monjes. El primero, después de posponer armas y honores mundanos por seguir a Cristo, fundó un monasterio en la propia ciudad según las costumbres cluniacenses, y el segundo gobernó dicho monasterio.
Alberto era un noble caballero del Bergamasco que descendía de la familia de los Prezzati. Víctima de una herida en un lance, prometió que si se curaba se haría religioso. Al sanar marchó en peregrinación a Compostela y después se estableció en Pontida donde fundó, hacia 1079, el monasterio de San Giacomo que ofreció a san Hugo, segundo abad de Cluny, pues quería seguir esta reforma. Pero para aprender a conocer la espiritualidad de Cluny, se marchó a Francia, viviendo como novicio, en la abadía cluniacense. El monasterio de Pontida fue encargado a otro religioso ejemplar: beato Vito de Pontida, que antes de ser monje, ostentó el cargo de conde de Donoratico. Alberto volvió a Pontida, después de cinco años de aprendizaje. Gobernó los destinos del monasterio hasta su muerte en 1095; le sucedió en el cargo Vito que fundó entre Cecina y Piombino, la abadía que lleva su nombre. Murió en Pontida en 1096.
Sus reliquias, fueron conservadas en la iglesia del monasterio de Pontida hasta el 1373, cuando fue destruída por un incendio, fueron trasladas a la iglesia de Santa Maria Maggiore de Bergamo y finalmente en el 1911 regresaron a Pontida. Los martirologios benedictinos fijaron la fiesta de los dos santos el 5 de septiembre. 

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