4 de septiembre de 2014

Beato JOSÉ PASCUAL CARDA SAPORTA. (1893-1936).


Martirologio Romano: En Oropesa, de Castellón, en el levante de España, beato José Pascual Carda Saporta, presbítero de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que sufrió gloriosamente el martirio por odio a la religión durante la contienda española, en la cruel persecución religiosa contra la Iglesia.

Nació en Villarreal, dícesis de Tortosa, (Castellón). Ingresó en el colegio de San José de Tortosa, siguiendo los pasos de su hermano Blás, a punto de ordenarse sacerdote y que también moriría martirizado ocho días después que él. Estuvo siempre disponible para todo lo que se necesitase de él. Todavía subdiácono, fue nombrado prefecto en el seminario de Tarragona durante dos cursos. Fue ordenado sacerdote en 1918 y en seguida fue como prefecto al seminario menor de Belchite durante cuatro cursos.Volvió como prefecto de teólogos al seminario de Tarragona durante dos años. Ingresó en la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y marchó a Méjico, donde estuvo hasta que lo expulsaron en 1926, a causa de la revolución. 
Al regresar a España se encargó de la dirección espiritual en el colegio de vocaciones de Valencia y en el seminario de Valladolid. Luego fue superior en el de Zaragoza y luego rector en Belchite. En 1930 embarcó de nuevo para Méjico, pero le negaron la entrada. Pasó a Valencia donde presenció el incendio del colegio de San José a los pocos días de proclamada la República y él evitó su total destrucción. Fue director del colegio de San José de Burgos, y en el 1934, fue nombrado rector del seminario de Ciudad Real. 
Cuando en 1936 fue incautado el seminario, una recomendación del gobierno civil le permitió hospedarse en la Fonda Francesca, desde cuyas ventanas lograba hablar con monseñor Esténaga. Cuando martirizaron al obispo, José Pascual pensó volver a su pueblo, donde ya estaba su hermano. Pero el fondista avisó a Villarreal que iba hacia allé este sacerdote y fue detenido al bajar de la estación. Fue martirizado a los 42 años, en Oropesa (Castellón). Su último gesto fue regalarle al que le iba a disparar un reloj que le habían regalado en Méjico. Dice un testigo: “Le mataron porque era sacerdote y destacaba por ser muy santo”. Fue beatificado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995 en el grupo de nueve sacerdotes operarios diocesanos martirizados en diversos días del año 1936.

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