Martirologio Romano: En Toledo, en España, beata María de Jesús López de Rivas, virgen, de la Orden de Carmelitas Descalzas, que, humilde y sufriente tanto en el alma como en el cuerpo, vivió unida a los dolores de la Pasión del Señor.
María López de Rivas nació en Tartanedo (Guadalajara), en el seno de una hidalga familia. Siendo todavía muy niña, murió su padre y se vio obligada a emigrar a Molina de Aragón, al lado de sus abuelos paternos. Aquí vivió serenamente la fe en Cristo. Conoció al jesuita, A. de Castro, quien la encaminó hacia el Carmelo. Santa Teresa de Jesús la aceptó para el monasterio de Toledo en 1577, y emitió su profesión en 1578.
No disfrutó nunca de buena salud y esto le hizo sufrir mucho, no sólo corporalmente, sino también psíquicamente, por el desprecio de sus hermanas en religión que no querían ligarse a una enferma para siempre. Santa Teresa de Ávila la llamaba "el letradillo" y decía de ella: "Estoy segura que será más dichoso el convento que la tenga que todos los demás, porque aun cuando sea para estar en la cama toda la vida, la quiero tener en mi casa". Las enfermedades que siempre la aquejaron no acortaron su vida, a pesar de vivir con todo su rigor la dura vida de carmelita contemplativa y de trabajar sin descanso. Nunca aceptó dispensa de ninguna clase. Como muy bien decía santa Teresa, la enfermedad que la aquejaba era la "enfermedad del amor" que sentía tan hondo y tan grande. Gozó de muchos dones místicos, como la profecía, el éxtasis, visiones y revelaciones.
Desempeñó varios cargos: sacristana, enfermera, maestra de novicias, priora, subpriora... y todos los desempeñó con gran entrega y caridad. Todos acudían a ella para pedirle consejo y la amaban con toda su alma. La misma Teresa en más de una ocasión, le pidió que le solucionara alguna dificultad sobre la vida de oración. Sus devociones predilectas fueron el Sagrado Corazón de Jesús, el Santísimo Sacramento y la Virgen María, especialmente en el misterio de la Asunción. El famoso padre Jerónimo Gracián que la conoció y trató mucho, la elogió grandemente en su obra “Peregrinación de Anastasio”.
Acusada y calumniada, fue depuesta de su cargo de priora y debió sufrir mucho durante muchos años la oposición del provincial, después del padre general. Aunque tratada injustamente, siempre se mantuvo serena y sumisa a la autoridad y fue apreciada por las monjas más prudentes, las cuales, a pesar de haber sido María depuesta como priora, le eligieron para el cargo más comprometido de maestra de novicias. Rica en méritos y con fama de santidad, murió en Toledo. Sus restos reposan en el convento de Toledo. Fue beatificada por el papa Pablo VI el 14 de noviembre de 1976.
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