Martirologio Romano: Conmemoración de san Alipio, obispo de Tagaste, en Numidia, que en un tiempo fue discípulo de san Agustín y, posteriormente, compañero suyo de conversión, colega en el ministerio pastoral, camarada en la lucha contra los herejes, para, finalmente, también ser partícipe con él de la gloria del cielo.

Consta que era más joven que san Agustín, que además fue su maestro en Tagaste y en Cartago. Como san Agustín, su amigo, fue maniqueo. Marchó a Italia, como maestro de Retórica, donde se encontraron. Fue en un jardín de Milán, cuando Agustín, en compañía de Alipio, sintió la voz de un niño que le decía: "Toma y lee" y encontró la carta de san Pablo que dice: "No en las fiestas, ni en las juergas, no en la lujuria y en la impureza, no en las disputas y en los celos, sino que revestíos del Señor Jesús y no os hagáis servir de la carne y de la concupiscencia".
La conversión fue mutua. Y fue en el retiro de Cassiciaco, que Alipio y Agustín fueron bautizados por san Ambrosio de Milán en el 387. Después regresaron a África, donde fue ordenado sacerdote, y junto con Agustín durante tres años ensayaron un tipo de vida monástica que dejaría profunda huella en la vida religiosa de Occidente. Fue peregrino en Tierra Santa donde hizo una visita a san Jerónimo, y finalmente fue nombrado obispo de Tagaste en el 395, antes que lo fuera Agustín de Hipona. Como obispo colaboró con Agustín en la reconstrucción de la iglesia africana, duramente probada por el donatismo y otras herejías. Participó en el concilio de Cartago del 411 que puso fin al cisma donatista. También fue valiosa su intervención en la disputa de Tubursico (397), en la que libró a Agustín de una situación embarazosa. Luchó contra arrianos y pelagianos. Murieron los dos el mismo año.
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