San Neópolo. M. c. 300.
Mártir en Alejandría. Su festividad, por orden de Napoleón se cambió al 15 de Agosto, para recordar el natalicio del emperador y se cambió su nombre con el de Napoleón, pero cuando cayó el tirano, volvió a su fecha tradicional y a su nombre tradicional. El ficticio san Napoleón fue precedido en la iconografía cristiana por un niño del mismo nombre, muerto o desmayado por una coz de caballo y resucitado por santo Domingo.
Santos Estratón, Felipe y Eutiquiano. M. c. 301.
Martirologio Romano: En Nicomedia en Bitinia, en la actual Turquía, santos Estratón, Felipe y Eutiquiano, mártires.
Ciudadanos de Nicomedia quemados en la hoguera; en la mayoría de los manuscritos añaden un cuarto mártir llamado Cipriano. Sus Actas no tienen valor histórico.
San Arduino de Rímini. M. 1009.
Nació en Rímini y fue discípulo del rector de la iglesia de San Gregorio, Venerio. Sacerdote en Rímini, ejemplar por su piedad. Fue ordenado por el obispo de Rímini, Uberto, conocido simoniaco, que había conseguido la consagración a cambio de oro; pero Arduino supo mantenerse al margen de las luchas de su tiempo y fue siempre un hombre entregado a su prójimo.
Deseosos de llegar a una mayor santidad y grado de perfección, Venerio y Arduino se trasladaron a la llanura de Rávena, encontrando refugio en la solitaria iglesia de Sant’Apollinare in Classe. Arduino fue un celoso sacerdote, que caso raro en aquel tiempo, celebraba diariamente la Eucaristía. Su ejemplo fue admirado por todo el pueblo. Combatió la corrupción y entregaba a los pobres las limonas que le entregaban, viviendo solamente con lo que sobraba. Tuvo muchas tentaciones y para vencerlas se tiraba desnudo entre las ortigas.
Cuando Venerio llegó a la ancianidad, Arduino le aconsejó que aceptase el cargo de abad benedictino de la abadía de San Godendo y Arduino fue su útil y fiel ayudante. Terminó sus días en el monasterio de San Godendo, sin emitir los votos, aunque los benedictinos lo consideran monje de esta Orden, Arduino nunca fue monje.
Aymón Taparelli. Beato. (1398-1495).
Martirologio Romano: En Savigliano en Piamonte, beato Aymón Taparelli, sacerdote de la Orden de Predicadores, incansable defensor de la verdad.
Nació en Savigliano en el Piamonte en el seno de la familia de los condes de Lagnasco. Ingresó en los dominicos, con 50 años, después de la muerte de su mujer y sus hijos. Fue grande en el aprovechamiento en el saber y todavía más en la virtud. Parecía que sólo era sensible a las cosas del Cielo. Por su continuo contacto con Dios, sobresalió en la caridad, sin cansarse nunca.
Fue profesor de la Universidad de Turín, después predicador y fue nombrado capellán del beato Amadeo de Saboya. Cuando murió el beato Bartolomé de Cervere, le sucedió como Inquisidor general de Lombardía Superior y Liguria. Fue un inquisidor más defensor de la verdad que contra los herejes. Para preservar la fe de la herejía, que infectaban aquellas regiones, no ahorró fatigas y peligros. Fue incansable en su celo por reconducir y confirmar la disciplina regular en el seno de la Orden, tanto que se le considera uno de los más ardientes reformadores del siglo XV. Fue muchas veces prior del convento de Savigliano y vicario provincial de su Provincia. Murió centenario, después de predecir su muerte, recibir todos los sacramentos. Mientras recitaba el “Oficio Divino”, apretando en su corazón un crucifico expiró santamente. Sus restos se encuentran en el convento de San Domenico en Turín.
Juliana Puricelli de Busto Arsizio. Beata. (1427-1501).
Martirologio Romano: En Pallanza junto a Novara, beata Juliana de Busto Arsizio, virgen de la Orden de San Agustín, insigne por su inquebrantable fuerza de ánimo, la admirable paciencia y la asidua contemplación de las realidades celestes.
Nació en Busto-Verghera (Varese), en el seno de una familia humilde; fue la primera compañera de la beata Catalina de Pallanza en el Sacro Monte de Varese. Fue insigne por su invicta fortaleza de ánimo, por su admirable paciencia y por su contemplación asidua de las cosas celestiales.
En el 1460 se les añadieron otras compañeras. Después de varias tribulaciones e incompresiones, en el 1474, el papa Sixto IV con una bula autorizó la erección de la Orden, en la que se profesaba la regla de San Agustín, observando las constituciones de San Ambrosio y el oficio según la liturgia ambrosiana.
La beata Catalina murió en 1478, dejando la pequeña comunidad un testamento de caridad y de obediencia a la voluntad de Dios. Juliana, “llegando la noche de la Asunción de la Virgen María, quiso ser depositada sobre la tierra desnuda y espiró”.
Domingo Hurtado Soler (Domingo María de Alboraya). Beato. (1872-1936).
Martirologio Romano: En Madrid, beato Domingo (Agustín) Hurtado Soler, sacerdote de la Tercera Orden de San Francisco de los Capuchinos de la Virgen de los Dolores y mártir, que por haber testificado a Cristo recibió la corona de la gloria.
Nació en Alboraya (Valencia), hijo de Vicente y Antonia. En 1889 ingresa en el Instituto de los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores (amigonianos), ordenado sacerdote en 1890. Alterna los estudios eclesiásticos y literarios con los de armonía y composición. Varias veces superior, consejero y secretario general. Poseía gran don de gentes y carisma especial para la reforma de la juventud extraviada. Compositor, magnífico orador, animador de la vida fraterna.
Al estallar la guerra civil está en la Escuela de Reforma de Santa Rita, Madrid. Se refugia en casa de un abogado amigo. Detenido y llevado preso a Bellas Artes, fue asesinado cerca al parque del Retiro en Madrid.
Martirologio Romano: En la ciudad de Tárrega cercana a Barcelona siempre en España, beato Jaime Bonet Nadal, sacerdote de la Sociedad Salesiana y mártir, que, como fiel discípulo, en la sangre de Cristo mereció la salvación.
Nació en Santa María de Montmagastrell (Lérida). Era primo hermano de don José, nueve años mayor que él, Mártir también en 1936. Salesiano en 1909, sacerdote en 1917. Como su primo, trabajó muchos años en el Colegio e Iglesia de calle Rocafort (Barcelona), con gran sencillez y humildad. En verano de 1936, habiendo visto que tampoco en su pueblo había seguridad, al querer regresar a Barcelona fue detenido en Térrega, donde murió.
Luis Masferrer Villa y 19 compañeros. Beatos. (1912-1936).
Martirologio Romano: En Barbastro, cercano a Huesca en Aragón en España, beatos Luis Masferrer Vila, sacerdote, y diecinueve compañeros, mártires, que, religiosos de la Congregación de los Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de María, durante la persecución contra la Iglesia, ofrecieron su vida a Cristo y abrazaron en la gloria de Dios a sus cohermanos ejecutados en día antes en el mismo lugar.
Nació en San Viçens de Torelló (Barcelona), en el seno de una familia de colonos campesinos. En 1929, profesó como claretiano en Vich. Fue habilidoso para los trabajos manuales: carpintería, encuadernación, electricidad. Era piadoso, abnegado, infatigable. En 1936 fue ordenado sacerdote en Barbastro. Tenía como ideal marcharse de misionero a Guinea.
En una carta a sus padres manifestó su total disposición para morir mártir. Dio, a escondidas, la absolución a los hermanos argentinos, “por lo que pudiera ocurrir”. Mártir.
Era la Asunción de María, aniversario de profesión de la mayoría. Los mártires fueron: Alfonso Sorribes Teixidó, acólito, Eduardo Ripoll Diego, lector, Faustino Pérez García, Hno. Francisco Castán Meseguer, Francisco María Roura Farró, lector, Jesús Agustín Viela Ezcurdia, lector, José Figuero Beltrán, José María Amorós Hernández, José María Badía Mateu, lector, José María Blasco Juan, acólito, José María Ros Florensa, Juan Baxeiras Berenguer, Luis Escalé Binefa, Luis Lladó Teixidor, Hno. Manuel Martínez Jarauta, Miguel Massip González, Rafael Briega Morales, Ramón Illa Salvia, Sebastián Riera Coromina.
María del Sagrario de San Luis Gonzaga Moragas Cantarero (Elvira). Beata. (1881-1936).
Martirologio Romano: En Madrid siempre en España, beata María del Sagrario de San Luis Gonzaga (Elvira) Moragas Cantarero, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir en la misma persecución.
Nació en Lillo, Toledo, en el seno de una familia de farmaceúticos. Se licenció en farmacia, siendo una de las primeras mujeres que tuvo este título en España. Tuvo como director espiritual a san José María Rubio.
En 1915 ingresó en el convento de las Carmelitas descalzas de Santa Ana y San José de Madrid, del que años más tarde fue priora. Tuvo un gran espíritu de oración y de amor a la Eucaristía. Durante la guerra civil, fue martirizada, gracia ansiada por ella, por ser religiosa, en la Pradera de San Isidro de Madrid.
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