Martirologio Romano: En L’Aquila, en la región Vestina (hoy Abbruzo), beato Vicente, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, célebre por su humildad y su espíritu profético.
Nació en L’Aquila, en los Abruzzos. A los 14 años ingresó en la Orden de los Hermanos Menores en el convento de San Julián, fundado por el beato Antonio de Stroncone, cerca de las puertas de la ciudad. Admitido al noviciado y hecha la profesión de los votos perpetuos pasó los primeros años de su vida conventual retirado en una cabaña en el bosque del convento, que sólo abandonaba para cumplir los oficios que le asignaban, especialmente el de zapatero, quizás su profesión primera.
Era tanta su aplicación a la oración, que Fray Marcos de Lisboa dejó escrito acerca de él: “Vicente permanecía abstraído y elevado en el aire y su cuerpo quedaba tan privado de los sentidos como si estuviera muerto”. Los superiores al verlo tan ejemplar, para apartarlo de la excesiva mortificación, lo dedicaron a pedir limosna. Entre las personas que se inspiraron en su santidad debemos recordar a la jovencita Mattia Ciccarelli, quien después fue religiosa agustiniana en L’Aquila, con el nombre de la beata sor Cristina Ciccarelli, y hoy es venerada en los altares con el título de Beata.
Vicente fue enviado al convento de Penne, luego por 10 años al de Sulmona; de ahí regresó definitivamente a San Julián del Aquila. Se relacionaron con él en busca de consejos el príncipe de Capua, la reina Juana, segunda mujer de Fernando I y hermana de Fernando el Católico, rey de España. Predijo la corona real al duque de Calabria, primogénito de Fernando I de Aragón.
Un mal que de tiempo atrás afligía a Vicente se iba agravando cada vez más, hasta impedirle salir de su pobre celda. El soportó todo con gran resignación y con la serenidad de los Santos. La tarde del 7 de agosto de 1504 expiró serenamente en el Señor, amorosamente asistido por sus cohermanos. La beata Cristina Ciccarelli, desde su ventana vio iluminarse el convento de San Julián con un gran esplendor y el alma de su director espiritual volar al cielo acompañada de una turba de ángeles. Tenía 69 años de edad. Fue sepultado en la iglesia de San Julián junto al Aquila. Su cuerpo incorrupto se conserva en una artística urna. Aprobó su culto Pío VI el 19 de septiembre de 1787.
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