15 de julio de 2015

San POMPILIO MARÍA PIRROTTI. (1710-1766).


Martirologio Romano: En Campi Salentina (Apulia), san Pompilio María Pirrotti, sacerdote, religioso de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, predicador popular.

Nació en Montecalvo Irpino, Italia, en el seno de una familia de la alta sociedad. En 1726, huyó de su casa y marchó al noviciado de los escolapios en Nápoles. En 1728, hizo su profesión religiosa y fue destinado a Chieti a estudiar Filosofía y Retórica, pero su mala salud le impidió realizar con normalidad sus estudios. 
Fue destinado a Melfi, Turi, Francavilla, Bríndisi como profesor. Su mala salud le hizo sufrir mucho. Convivieron con él rarezas y excesos en el apostolado con una profunda vida religiosa. Se hundió en las depresiones que le duraron meses, y cada vez se levantó para proseguir “la lucha por las almas” como él decía. Tuvo experiencias místicas que acrisolaron su temperamento.
En 1739 llegó a Ortona a Mare donde trabajó como profesor del seminario, y en malas condiciones materiales y psíquicas obtuvo del Papa el nombramiento de “predicador apostólico”. Comenzó aconsejando la comunión diaria, entonces en desuso y sospechosa de jansenismo. De ahí le vinieron las primeras dificultades en su ministerio. Su forma de predicar, en el que tenían gran presencias las penitencias físicas, así como el apostolado entre las monjas le llovieron no pocas incomprensiones y persecuciones. 
En 1742 fue trasladado a Lanciano, donde después de dos años le suspendieron la facultad de predicar. El obispo de Lanciano lo acusó de graves excesos y lo expulso de la diócesis en 1747, esto le llevó a una depresión y ataques de nervios. Al llegar a Nápoles se encontró suspendido de las facultades de confesar y predicar. Sorprendentemente, en 1748 el padre general lo llamó a Roma, como consultor-teólogo del cardenal de York. Dos meses después regresó a Nápoles. En 1749 fue autorizado a predicar la Cuaresma en Atesa y en 1751 fue elegido asistente provincial, pero renunció dos años más tarde. Fue tanta su virtud que se le llamó el "Padre Santo". 
Fundó la Archicofradía de la Caridad en la iglesia escolapia de Nápoles. Pero sufrió la calumnia y tuvo que salir expulsado de Nápoles. Fue destinado a Chieti, Ancona, Lugo en la Romaña, donde siempre se le prohibió predicar y confesar, incluso recibió proceso de la Inquisición, en cambio el pueblo estuvo con él. Parece que tenía dones taumatúrgicos. En todas las expulsiones le costó una depresión. En 1763 viajó para predicar en Manfredonia, siempre obediente, pero nuevas acusaciones y nuevas prohibiciones, y nuevo proceso de la Inquisición. Ahora las convulsiones fueron más graves que le impidieron comer, beber, pero caminaba, iba solo al oratorio, escribió sus sentimientos y comulgaba. Su unión con Dios alcanzó los más altos grados. Años más tarde regresó en olor de multitudes a Nápoles. Fue destinado a Campi di Lecce, donde será rector y encontró la paz. Antes de morir dijo: “He hecho bien a todos y no ha habido ni habrá persona alguna entre los nuestros que pueda decir: yo he recibido esta descortesía de Pompilio María”. Fue canonizado en 1934 por SS Pío XI.

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