22 de julio de 2015

OTROS SANTOS DEL DÍA:



San Cirilo de Antioquía. M. c. 306. 
santos antioqueños
Martirologio Romano: En Antioquía, ciudad de Siria, san Cirilo, obispo, el cual, siendo emperador Diocleciano, fue encarcelado y desterrado
Sucedió a Timeo (280) en el Patriarcado de Antioquía de Siria. No se sabe nada de su episcopado, excepto porque admitió en la comunión eclesiástica al presbítero san Luciano, condenado por su relación con Pablo de Samosata. 
Después de la publicación del segundo edicto de Diocleciano (primavera del 303) que ordenaba la captura de todos los jefres de las iglesias, Cirilo fue arrestado y enviado a las minas en Panonia, donde murió.
Junto a Cirilo en el "Martirologio Jeronimiano" se conmemora a un mártir de nombre Andrés. Se trata de un mártir auténtico que se recuerda, siempre junto a Cirilo, en la lista de los mártires de Antioquía que se encuentra en la homilía "De Martiribus" atribuida a Eusebio de Cesarea. Los otros mártires, nombrados en el "Jeronimiano": Aulo, Tebelio, Esterteo, son extraños a Antioquía y probablemente son corrupciones de nombres.

Santos Mártires Masilitanos. s. IV. 
Martirologio Romano: En África, santos mártires Masilitanos, acerca de los cuales san Agustín predicó un sermón a los fieles en el aniversario de su muerte.
Un grupo de cristianos martirizados en Massula (“Mártires Massulitanos”). San Agustín y Prudencio cantaron sus lodes.  
Al parecer, la única razón por la que esta memoria está inscripta el 22 de julio es que san Agustín predicó un sermón, que no es posible establecer exactamente en relación a qué mártir o mártires lo pronunció. No sabemos quiénes son los mártires, parece que eran de la antigua Maxula Prates (actual Radès en Túnez), y cuyo culto estaba vigente en época de san Agustín, aunque con la suficiente imprecisión como para que el propio predicador obviase toda referencia concreta.

San PlatónM. c. 306. 
Martirologio Romano: En Ancira, de Galacia, san Platón, mártir.
Joven rico que murió mártir en Ancira; era hermano de san Antíoco y es muy venerado en Oriente. 

San Anastasio. M. 662. 
Lugar del enterramiento de
santos Máxmo el Confesor
y Anastasio
Martirologio Romano: En la fortaleza de Suania, en los montes del Cáucaso, san Anastasio, monje, discípulo de san Máximo el Confesor, con el que, por defender la fe ortodoxa, fue encarcelado y tuvo que sufrir toda suerte de tormentos. Falleció en dicha fortaleza, o tal vez en camino, cuando se dirigía hacia ella
Anastasio, llamado «el abad» (aunque parece que sólo fue monje),  fue discípulo de san Máximo «el Confesor». Junto con él, estuvo preso en Perberis, en Tracia, por defender la fe ortodoxa frente al monotelismo profesado por el emperador. Parece que fueron liberados y pudieron regresar a su monasterio en el Cáucaso; pero los malos tratos recibidos en defensa de la fe le llevó a la muerte. No hay que confundir con san Anastasio celebrado el 11 de octubre aunque ambos fueron compañeros de san Máximo.

San Meneleo. M. c. 720. 
Martirologio Romano: En Menat, en la Galia Arvernense, san Meneleo, abad.
Nació en Anjou, se hizo benedictino en Carmery en Alvernia; después de siete años dejó la abadía y fue abad reformador del monasterio de Menat (Clermont).

San Jerónimo de Pavía. M. 787. 
Martirologio Romano: En Pavía, ciudad de la Lombardía, san Jerónimo, obispo.

Santa María Wang Lizhi. M. 1900. 
Martirologio Romano: Cerca de Daining en el término de la ciudad de Yongnian siempre en la provincia de Hebei, santa María Wang Lizhi, mártir, que en la misma persecución, a pesar de la tentativa de algunos paganos de intentar su salvación negando que fuera cristiana, se declaró abiertamente sierva de Jesucristo y fue por esto ejecutada enseguida
Nació en el seno de una familia de vieja raigambre cristiana. Tenía 49 años, estaba casada y tenía tres hijos. Tenía muchos conocimientos de medicina que ejercía con gran satisfacción.
Al llegar la persecución de los bóxers, se escondió en casas de familias amigas, pero luego huyó con sus hijos, llevando consigo un catecismo y un libro de recetas médicas. Sorprendida por los perseguidores, fue devuelta a su pueblo de Fan-Tsunn y llevada a la pagoda, donde sus hijos lograron huir y salvarse. Como sus vecinos paganos dijeran que no era cristiana para salvarla, ella misma se confesó cristiana, agradeciendo la intención. Entonces los vecinos insistieron en que era muy útil por sus conocimientos de medicina, pero el capitán de los bóxers insistió en que renegara de su fe o sería decapitada. María se mantuvo firme y fue degollada allí mismo. 

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