Santos Siete Hermanos. M. c. 150.
Martirologio Romano: En Roma, santos mártires Félix y Felipe en el cementerio de Priscila, Vidal, Marcial y Alejandro en el de los Giordanos, Silvano en el de Máximo, y Jenaro en el de Pretextato: de su memoria conjunta se alegra la Iglesia de Roma, en un solo día glorificada de tantos triunfos, porque de tanto ejemplo atrae el sostén de una abundante intercesión.
Son los siete presuntos hijos mártires de santa Felicitas. Sus nombres son: Jenaro, Félix y Felipe, que murieron flagelados; Silvano, que fue arrojado por un precipicio; Alejandro, Vidal y Marcial, decapitados.
La leyenda afirma que fueron martirizados en Roma durante la persecución de Antonino Pío, pero según los estudiosos modernos el hecho de que fueran conmemorados juntos el mismo día hizo que naciera la leyenda.
En realidad eran siete antiguos mártires sobre los cuales no se sabe nada, que fueron enterrados en el cementerio de Santa Priscila y de Pretextato (Roma), la iglesia romana los celebra conjuntamente porque fueron glorificados el mismo día.
Martirologio Romano: En Roma en el noveno miliar de la vía Cornelia, santas Rufina y Segunda, mártires.
Jóvenes romanas, hermanas e hijas de un senador romano, fueron ahogadas en Tíber, durante la persecución de Valeriano y sepultadas en las catacumbas de Santa Rufina en la vía Apia. Sus Actas son apócrifas.
Según estas «Actas», que carecen de valor histórico, Rufina y Segunda eran hijas de un senador romano llamado Asterio. Una de ellas estaba prometida a Armentario y la otra a Verino. Ambos jóvenes eran cristianos, pero apostataron durante la persecución de Valeriano. Las dos santas se negaron a seguir el ejemplo de sus prometidos y huyeron de Roma, pero su fuga se descubrió pronto. Rufina y Segunda fueron arrestadas cerca de Roma y conducidas ante el prefecto, Junio Donato. Éste trató de hacerles apostatar con amenazas y halagos. Como todo resultase inútil, mandó azotar a Rufina; entonces Segunda exclamó: «¿Por qué consideras a mi hermana digna de ese honor y a mí me juzgas indigna de él? Mándame azotar también, puesto que también yo he confesado a Cristo». Las dos hermanas fueron torturadas y decapitadas juntas. Una dama pagana, llamada Plautila, les dio sepultura a unos diez kilómetros de Roma, en la Vía Aurelia, y se convirtió al cristianismo por su ejemplo.
Santos Jenaro y Marino. s. III-V.
Martirologio Romano: En África, santos Jenaro y Marino, mártires.
Mártires junto con Félix y Nabor. Son africanos, no se sabe nada de ellos.
San Apolonio de Sardes. s. IV.
Martirologio Romano: En Iconio, de Licaonia, san Apolonio de Sardes, mártir, del que se dice que sufrió el martirio crucificado.
La memoria de este mártir aparece solamente en los sinaxarios griegos. Apolonio, según los elogios, era natural de Sardes en Lidia y fue crucificado bajo el prefecto Perino en Iconio (Licaonia), al rechazar jurar por la fortuna del emperador.
Santos Bianor y Silvano. s. IV.
Martirologio Romano: En Pisidia, santos Bianor y Silvano, mártires.
Mártires, decapitados en Pisidia (Asia Menor); sus Actas no son dignas de fe. Otros autores dicen que fueron martirizados en Isauria (Turquía).
Santos Leoncio, Mauricio, Daniel, Antonio, Aniceto, Sisinio y compañeros. M. 320.
Martirologio Romano: En Nicópolis en la antigua Armenia, santos Leoncio, Mauricio, Daniel, Antonio, Aniceto, Sisinio y otros, mártires, que bajo el emperador Licinio y el gobernador Lisias fueron sometidos a suplicios de todo tipo.
Es un grupo de 39 o 45 mártires en Nicópolis de Armenia, bajo el emperador Licinio y el prefecto Lisias; fueron los últimos mártires de la gran persecución.
San Pascario de Nantes. M. c. 680.
Martirologio Romano: En Nantes, en la Bretaña Menor, san Pascario, obispo, que acogió a san Hermelando y a doce monjes pedidos a la comunidad de Fontenelle, con quienes fundó un monasterio en la isla de Antros.
Obispo de Nantes; que acogió a san Ermelando y a doce monjes pedidos a la comunidad de Fontenelle, con quienes fundó un monasterio en la isla de Antros y nombró primer abad a san Ermelando.
Santa Amelberga de Maubeuge. M. 690.
Nació en Saintes en Bravante (Holanda). Nieta del beato Pipino de Landen y madre de santa Gúdula, Reinelda y san Ableberto. Esposo suyo fue Witger. Cuando su marido se hizo monje benedictino en Lobbes, ella entró en el convento de Maubeuge, que seguía la misma regla y donde entregó su vida a la penitencia y a la oración. San Huberto de Lieja le impuso el velo monástico. Elegida abadesa murió en Gante. Puede ser una duplicación de santa Amalberga de Tamise celebrada el mismo día. Su cuerpo se encuentra en la abadía de Lobbes (Hainaut) en Bélgica.
Santa Amalberga de Tamise. (740-772).
Martirologio Romano: En Tamise, en Flandes, santa Amalberga, a quien san Willibrordo impuso el velo de las vírgenes consagradas.
Nació en Ardenne, en la villa Rodingo (Bélgica). Rehusó casarse con Carlos Martel, y según cuenta la leyenda le rompió un brazo, y la hubiera matado sino se hubiera interpuesto una bandada de ánsares, por ello se la considera mártir. La leyenda le atribuye milagros y visiones. Religiosa del convento de Münster-Bilsen en Brabante (Flandes) y fue educada por la abadesa santa Landrada; había recibido el velo de san Willibrordo. Transcurrió los últimos años de su vida en la ciudad de Tamise donde murió. Sus restos fueron trasladados al monasterio de San Pedro en Gante.
Martirologio Romano: En Perugia, de la Umbría, san Pedro Vincioli, presbítero y abad, que reedificó una antigua iglesia dedicada a san Pedro que amenazaba ruina, y a ella unió un monasterio en el que, venciendo gran oposición y con gran paciencia, introdujo los usos y costumbres cluniacenses.
Había nacido en Umbría, y se fue a Perugia a estudiar, allí fue ordenado sacerdote. A su vocación sacerdotal se unió otra: la pasión por la arquitectura y el arte. Fue el constructor de la iglesia de San Pedro de Perugia. Se le atribuyen muchos milagros.
Fue nombrado abad del monasterio benedictino de la ciudad, y fue un hombre celoso y caritativo. Introdujo los usos y costumbres cluniacenses. Defendió a su pueblo y a su gente ante la tiranía de los potentes, llegando incluso a esconder a dos ladrones que iban a ser condenados a muerte; entonces él fue castigado con la culpa, pero el pueblo se sublevó y tuvieron que soltarlo.
Bernardo de Quintavalle. Beato. M. c. 1241.
Nació en Asís. Religioso franciscano italiano, primer discípulo de Francisco de Asís. Este rico comerciante invitó repetidas veces a San Francisco a su casa y finalmente decidió seguirlo en 1209. Vendió todas sus pertenencias para entregárselas a los pobres y se mantuvo siempre fiel al ideal de Francisco, lo cual le trajo problemas, pues tras la muerte del santo, fue marginado de la Orden y no se le tomó en cuenta para nada.
Con san Francisco y los primeros once franciscanos fue a Roma, para que Inocencio III aprobara la regla franciscana; estuvo en Florencia y Boloña (1211), ciudad a la que deben sus primeros inicios los franciscanos, y con el beato fray Gil de Asís, marchó a España, donde, según algunos hagiógrafos, fue ministro provincial (1217-19). Entre el 1241 y el 1243 estuvo durante un tiempo en Siena. Murió tranquilamente en Asís, fue enterrado junto al santo en su Basílica.
María Gertrudis de Santa Sofía Ripert d'Alauzin e Inés de Jesús de Romillon. Beatas. M. 1794.
Martirologio Romano: En Orange en Francia, beatas María Gertrudis de Santa Sofía Ripert d’Alauzin e Inés de Jesús (Silvia) de Romillon, vírgenes de la Orden de Santa Úrsula y mártires durante la revolución francesa.
El 10 de julio de 1794 fueron guillotinadas en Orange dos religiosas ursulinas, procedentes del convento de esta Orden en Bolléne. Habían sido detenidas y llevadas a Orange junto con otras compañeras que se celebran también por estas fechas, y, tras días de reclusión, juzgadas y condenadas a muerte.
María Gertrudis De Ripert D´Alauzin era de familia noble y había nacido en Bolléne el 15 de noviembre de 1757. Al profesar en el monasterio ursulino de Bolléne había tomado el nombre de sor Santa Sofía. Fue acusada de procurar el triunfo del fanatismo y la tiranía y haberse negado a prestar el juramento de libertad-igualdad que se le exigía. El día antes de su juicio y condena, previendo que iba a tocarle ya la muerte por Cristo, dijo: «Estoy en una especie de éxtasis y como fuera de mí misma, porque estoy convencida de que mañana moriré y veré a mi Dios».
Silvia Inés De Romillon había nacido también en familia noble en la ciudad de Bolléne el 15 de marzo de 1750 y había profesado en el monasterio ursulino de su ciudad con el nombre de sor Inés de Jesús. Acusada de lo mismo que su compañera, en el camino hacia el suplicio vio a su hermana que se dolía mucho de su muerte y la animó. Fueron beatificadas con el grupo de 32 mártires de Orange en la Revolución Francesa el 10 de mayo de 1925, por SS. Pío XI.
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