(it.: Felice da Cantalice).
Feliz, fértil, dichoso.
Martirologio Romano: En Roma, san Félix de Cantalicio, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, el cual, con admirable austeridad y sencillez, ejerció el trabajo de recaudar la limosna en la ciudad eterna durante cuarenta años, sembrando al mismo tiempo paz y caridad a su alrededor.
Félix Porro nació en Cantalicio (Rieti) en el seno de una familia de campesinos pobres. Era analfabeto, pero con un gran sentido del humor y gran candor. Muy jovencito fue acogido por la rica familia Picchi de Cittaducale, donde fue mozo de labranza y pastor durante 20 años, hasta que un día oyó la lectura de unas vidas de santos y entendió que él quería ser como ellos. Al preguntar dónde era posible vivir como un anacoreta, le dijeron que en el convento de capuchinos que había en Cittáducale, e ingresó como hermano lego en el 1543 en el noviciado capuchino de Anticoli de Campagna (actual Fiuggi). Fue su maestro de novicios un hermano lego de gran talla espiritual, fray Bonifacio de Fiuggi. Emitió sus votos en 1545 en el convento de Monte San Giovanni Campano (Frosinone), donde dejó en testamento la parte que le correspondía de los bienes paternos a aquellos de sus hermanos más necesitados.
Pasó los cuatro primeros años en la provincia romana en los conventos de Tívoli y de Palanzana (Viterbo) y más tarde fue enviado a Roma (1547) al convento de San Buenaventura en el Quirinal, donde fue limosnero durante 40 años hasta su muerte.
Sintió predilección por los niños, a quiénes enseñó el catecismo atrayéndoles con sus chanzas y las cancioncillas que improvisaba; fue proverbial su sentido del humor, su humildad y su paciencia. Se hizo popular pidiendo limosna, de manera que siempre respondía: "Deo Gratias", y por ello fue conocido como "Fra Deogracias". Fue un hombre que cuando alguien le contradecía en asuntos sin importancia, siempre daba la razón al otro, así evitaba discusiones inútiles.
Cuando santos Felipe Neri y Carlos Borromeo, le pidieron consejo sobre la proyectada reforma del clero, recomendó que los sacerdotes rezaran con devoción el Oficio Divino: "Los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo y en las manos el rosario". San Felipe Neri, cuando le encontraba por las calles de Roma, le paraba para pedirle consejo (llegaron a ser grandes amigos). San Carlos Borromeo, le tuvo en una grande consideración por su humildad y don de consejo. En 1580 acudió a Frascati para pedirle al papa Gregorio XIII que levantase a los ciudadanos de Cittaducale la excomunión y el enterdicto en el que habían caído por maltratar a su obispo Pompilio Pirotti. Murió sin haber poseído una sola moneda en toda su vida. Es el primer capuchino canonizado, junto con san Fidel de Sigmaringen. Su cuerpo yace en la iglesia de los capuchinos de la Inmaculada, en Barberini en Roma. Fue canonizado el 22 de mayo de 1712 por el papa Clemente XI.
Félix Porro nació en Cantalicio (Rieti) en el seno de una familia de campesinos pobres. Era analfabeto, pero con un gran sentido del humor y gran candor. Muy jovencito fue acogido por la rica familia Picchi de Cittaducale, donde fue mozo de labranza y pastor durante 20 años, hasta que un día oyó la lectura de unas vidas de santos y entendió que él quería ser como ellos. Al preguntar dónde era posible vivir como un anacoreta, le dijeron que en el convento de capuchinos que había en Cittáducale, e ingresó como hermano lego en el 1543 en el noviciado capuchino de Anticoli de Campagna (actual Fiuggi). Fue su maestro de novicios un hermano lego de gran talla espiritual, fray Bonifacio de Fiuggi. Emitió sus votos en 1545 en el convento de Monte San Giovanni Campano (Frosinone), donde dejó en testamento la parte que le correspondía de los bienes paternos a aquellos de sus hermanos más necesitados.
Pasó los cuatro primeros años en la provincia romana en los conventos de Tívoli y de Palanzana (Viterbo) y más tarde fue enviado a Roma (1547) al convento de San Buenaventura en el Quirinal, donde fue limosnero durante 40 años hasta su muerte.
Sintió predilección por los niños, a quiénes enseñó el catecismo atrayéndoles con sus chanzas y las cancioncillas que improvisaba; fue proverbial su sentido del humor, su humildad y su paciencia. Se hizo popular pidiendo limosna, de manera que siempre respondía: "Deo Gratias", y por ello fue conocido como "Fra Deogracias". Fue un hombre que cuando alguien le contradecía en asuntos sin importancia, siempre daba la razón al otro, así evitaba discusiones inútiles.
Cuando santos Felipe Neri y Carlos Borromeo, le pidieron consejo sobre la proyectada reforma del clero, recomendó que los sacerdotes rezaran con devoción el Oficio Divino: "Los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo y en las manos el rosario". San Felipe Neri, cuando le encontraba por las calles de Roma, le paraba para pedirle consejo (llegaron a ser grandes amigos). San Carlos Borromeo, le tuvo en una grande consideración por su humildad y don de consejo. En 1580 acudió a Frascati para pedirle al papa Gregorio XIII que levantase a los ciudadanos de Cittaducale la excomunión y el enterdicto en el que habían caído por maltratar a su obispo Pompilio Pirotti. Murió sin haber poseído una sola moneda en toda su vida. Es el primer capuchino canonizado, junto con san Fidel de Sigmaringen. Su cuerpo yace en la iglesia de los capuchinos de la Inmaculada, en Barberini en Roma. Fue canonizado el 22 de mayo de 1712 por el papa Clemente XI.
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