
Pertenecía a una familia sacerdotal, instalada en Anatot, en las tierras de Benjamín. Fue discípulo del profeta Oseas. Fue llamado a profetizar por Dios en el años 627, durante el reinado de Josías, con el que colaboró en la reforma religiosa, luchando contra la vacuidad del culto que se hacía en el templo. A consecuencia de sus primeras profecías peligró su vida entre sus conciudadanos de Anathot y, al trasladarse a Jerusalén, su situación empeoró al amenazar al rey Joaquín por sus excesos. Profeta de la destrucción de Jerusalén y de la venida del Mesías. Tras la destrucción de Jerusalén siguió profetizando en Canaán hasta que se marchó a Egipto.
Su vocación profética se comprometió con la existencia, con la aventura del amor que tuerce el rumbo de una vida: “Me has seducido, Yahvé, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido” (Jer 20, 7). Vivió con dolor la destrucción de su pueblo a nivel moral y su exilio. Les animó para que volvieran al sendero que Yahvé les había marcado en la alianza del Sinaí. Se dice que a los 55 años fue lapidado en Egipto por los judíos. Su historia se encuentra en el libro de su nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario