Atractiva señora, patrona, que provoca.
Martirologio Romano: En Sniatyn, Ucrania, beata Marta María Wiecka, virgen.
Nació en Nowy Wiec (Polonia), en el seno de una familia muy religiosa. El Estado polaco había desaparecido del mapa de Europa en 1795 después de las tres reparticiones sucesivas de su territorio entre Austria, Prusia y Rusia. Nowy Wiec se hallaba en la región prusiana cuyas autoridades, aplicando métodos impositivos y a veces brutales, sometían a la población a una germanización forzosa. La familia Wiecka, juntamente con otras muchas, constituyeron la base de la oposición ante la invasión germánica.
Cuando era muy niña sufrió una enfermedad que si no fuera por la intercesión de María hubiera muerto. Toda su vida estuvo marcada por la devoción mariana y a san Juan Nepomuceno. Ingresó en las Hijas de la Caridad, no sin muchas dificultades, a causa de la edad y de la denominación prusiana.
En 1899 fue destinada al hospital de Bochnia, cerca de Cracovia, y bajo la denominación austriaca. En ese tiempo tuvo una visión de la cruz, desde la cual le habló el Señor animándola a soportar todas las contrariedades y le prometio llevarla siempre consigo. Este acontecimiento despertó en ella un celo todavía más intenso en su trabajo y una fuerte añoranza del cielo. La prueba anunciada no tardó en llegar. Un hombre, desmoralizado, al salir del hospital, divulgó por la ciudad la falsa noticia de que sor Marta había quedado embarazada por su relación amorosa con un paciente joven, pariente del párroco. A partir de entonces cayo sobre ella una ola de afrentas maliciosas de parte de los habitantes de la ciudad. Soportó la calumnia en silencio.
En el año 1902 fue destinada al hospital de Sniatyn (hoy Ucrania), donde se dieron cuenta que era una mujer que tenía un profundo discernimiento de espíritus; no solamente se limitó a la tarea de dar consejos, y dirección espiritual, sino que también socorría y servía con fervor a los enfermos. Poseía un don especial de conciliar las almas con Dios. Trató con igual caridad a todos los enfermos ya fuera, polacos, ucranianos o judíos, greco-católicos, ortodoxos y católicos. La fuerza para servir con esta entrega radical le venía de la oración.
En 1904, se ofreció a limpiar una habitación, de un enfermo de tifus que había fallecido; ella cogió la enfermedad enseguida. Murió serenamente en Sniatyn. Los fieles del lugar cuidaron y veneraron su tumba. Durante más de un siglo ha estado contínuamente cubierta de flores, velas y una especie de tapetes bordados. Aún en los años del régimen soviético acudían a ella, y así lo siguen haciendo en la actualidad los peregrinos y habitantes del lugar. Fue beatificada el 24 de mayo de 2008 por SS Benedicto XVI.
Nació en Nowy Wiec (Polonia), en el seno de una familia muy religiosa. El Estado polaco había desaparecido del mapa de Europa en 1795 después de las tres reparticiones sucesivas de su territorio entre Austria, Prusia y Rusia. Nowy Wiec se hallaba en la región prusiana cuyas autoridades, aplicando métodos impositivos y a veces brutales, sometían a la población a una germanización forzosa. La familia Wiecka, juntamente con otras muchas, constituyeron la base de la oposición ante la invasión germánica.
Cuando era muy niña sufrió una enfermedad que si no fuera por la intercesión de María hubiera muerto. Toda su vida estuvo marcada por la devoción mariana y a san Juan Nepomuceno. Ingresó en las Hijas de la Caridad, no sin muchas dificultades, a causa de la edad y de la denominación prusiana.
En 1899 fue destinada al hospital de Bochnia, cerca de Cracovia, y bajo la denominación austriaca. En ese tiempo tuvo una visión de la cruz, desde la cual le habló el Señor animándola a soportar todas las contrariedades y le prometio llevarla siempre consigo. Este acontecimiento despertó en ella un celo todavía más intenso en su trabajo y una fuerte añoranza del cielo. La prueba anunciada no tardó en llegar. Un hombre, desmoralizado, al salir del hospital, divulgó por la ciudad la falsa noticia de que sor Marta había quedado embarazada por su relación amorosa con un paciente joven, pariente del párroco. A partir de entonces cayo sobre ella una ola de afrentas maliciosas de parte de los habitantes de la ciudad. Soportó la calumnia en silencio.
En el año 1902 fue destinada al hospital de Sniatyn (hoy Ucrania), donde se dieron cuenta que era una mujer que tenía un profundo discernimiento de espíritus; no solamente se limitó a la tarea de dar consejos, y dirección espiritual, sino que también socorría y servía con fervor a los enfermos. Poseía un don especial de conciliar las almas con Dios. Trató con igual caridad a todos los enfermos ya fuera, polacos, ucranianos o judíos, greco-católicos, ortodoxos y católicos. La fuerza para servir con esta entrega radical le venía de la oración.
En 1904, se ofreció a limpiar una habitación, de un enfermo de tifus que había fallecido; ella cogió la enfermedad enseguida. Murió serenamente en Sniatyn. Los fieles del lugar cuidaron y veneraron su tumba. Durante más de un siglo ha estado contínuamente cubierta de flores, velas y una especie de tapetes bordados. Aún en los años del régimen soviético acudían a ella, y así lo siguen haciendo en la actualidad los peregrinos y habitantes del lugar. Fue beatificada el 24 de mayo de 2008 por SS Benedicto XVI.
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