Martirologio Romano: En la sede de Astorga, durante el reinado de los suevos en Hispania, santo Toribio, obispo, que, bajo el mandato del papa san León Magno, se enfrentó decididamente a la secta priscilianista, que allí estaba difundiéndose.
Nació en Astorga. Peregrinó a Tierra Santa, conociendo grandes santuarios. En Jerusalén fue ordenado sacerdote y nombrado custodio de los santos lugares de la ciudad. Ante la amenaza que pudiera sufrir preciadas reliquias, recogió algunas de importancia como el brazo izquierdo de la cruz de Cristo y marchó a Roma y después volvió a su ciudad natal de Astorga.
Hacia el 444 fue elegido obispo de Astorga. No le faltaron detractores; el arcediano Rogato le calumnió y Toribio demostró su inocencia poniendo sobre el encaje de su roquete y en sus manos las brasas encendidas de un incensario y así demostró su inocencia. Luchó contra el priscilianismo que decía que el alma es una porción de la sustancia divina, y que el cuerpo es hijo del caos y de las tinieblas; la vida del hombre está marcada inexorablemente por el curso de los astros; el matrimonio es malo, y la procreación, peor. Contra todo esto arremetió Toribio en una campaña seria y constante. De esta lucha se conservan algunos restos: una carta suya dirigida a dos obispos de la región; y una respuesta del papa san León I Magno (447) que nos ayudan a comprender el ambiente de lucha de aquellos años de invasiones y confusión. Presidió dos concilios uno en Braga y otro en Toledo.
En el 456 los godos destruyeron Astorga y lo llevaron preso a las Galias, al regresar de la cautividad reconstruyó la ciudad, y una vez pacificada, se retiró a un monasterio. A instancias de sus conciudadanos bendijo la ciudad desde su retiro y permaneció con ellos hasta su muerte. Toribio fue una lumbrera de su azarosa época. Sus restos fueron trasladados al monasterio de Santo Toribio de Liébana.
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