Martirologio Romano: En Lucca, en Italia, santa Gema Galgani, virgen, quien, insigne por la contemplación de la Pasión y por los dolores soportados con paciencia, a la edad de veinticinco años consumó su angélica vida el día de Sábado Santo.
Nació en Borgo Novo de Caparonni o en Camigliano, (Lucca), en el seno de una familia cristiana y de notable bienestar económico. Huérfana de madre a los ocho años y de padre a los diecinueve años, tuvo que ir de una familia a otra, en absoluta pobreza ya que los acreedores se habían llevado hasta las monedas que llevaba en los bolsillos; terminó acogida en casa de la familia Giannini en Lucca, que tenían 11 hijos de corta edad, allí vivió sencilla y modestamente, con una delicada reserva que trataba de esconder hechos extraordinarios que eran la comidilla de la población. En 1899 recibió en su cuerpo la impresión de las llagas de Cristo, todos los jueves y viernes de la semana. Se preparó a la primera Comunión con ocho días de ejercicios espirituales: "Jesús se dejó sentir, con indecible dulzura, en mi alma: y me sentí obligada a hacer permanente aquella unión". Su naturaleza física era enfermiza, pero psíquicamente era totalmente normal, aunque algunas personas hayan negado tal hecho. Tenía predilección por ayudar y socorrer a los pobres, pero al final, cuando ya no tenía nada, le prohibieron estas prácticas, por ello optó no salir de casa, porque todos los indigentes se agolpaban donde ella estaba y no podía darles nada.
Ansiaba ser religiosa pasionista, apenas se lo permitieran las circunstancias, pero no la admitieron, como tampoco lo hicieron las Visitandinas, a causa del parecer contrario del obispo Ghilardi. Su vida la entregó a la oración y los sufrimientos redentores de Cristo en la pasión. Sufrió calumnias, desprecios, incomprensiones, tentaciones diabólicas, como consecuencia de su identificación con Cristo. Su confesor, el obispo Volpi, atribuyó a histeria los fenómenos que le sucedían mientras que su director espiritual, el pasionista Germán de San Estanislao, aseguraba que era de origen sobrenatural, ya que había él mismo observado en primera personas la veracidad de estos hechos.
Tuvo una enfermedad que hizo que los médicos la desahuciaran después de una dolorosa operación. Cristo le había dicho: "Padeciendo se aprende a amar". Desde su niñez caminaba con su ángel custodio: "la carta, apenas terminada, se la doy a mi ángel. Está aquí junto a mi que espera". ¡Y las cartas llegaban a destino sin pasar por el correo! Y con 25 años, plenos de sacrificios, sufrimientos y contradicciones, murió; aunque sus biógrafos insisten en señalar que la causa de su muerte fue un exceso de amor, un deseo de su alma de encontrarse con su Amado. En sus últimas cartas decía: “¡Su misterioso amor jamás, jamás cansa!”. “No pensar en Jesús es imposible: Jesús me persigue con su amor. Dondequiera que yo vaya. Él no me abandona, nunca se separa de mí. A buen seguro habrá observado que sin Él no puedo vivir...”. Escribió su "Diario" y la "Autobiografía", que nos hacen conocer mejor su vida.
Su canonización se realizó a pesar de la fuerte oposición que existió a causa de sus excepcionales experiencias religiosas. Un escritor dice que vivió la santidad: "a) con una caridad desbordante que le hace preocuparse de los demás hasta el heroísmo. b) Una obediencia ciega a las personas que le quieren orientar en el laberinto de su vida. c) Una humildad que le coloca a la altura del polvo cuando quiere valorarse a sí misma".
Con todo, en los santuarios donde viene celebrando con afluencia de fieles el día 14 de Mayo, por concesión de la Congregación para el Culto, puede seguir celebrándose este mismo día. Fue canonizada por Pío XII el 2 de mayo de 1940.
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