(Franca Visalta de Piacenza).
Exenta de tributos.
Nació en Piacenza, en el palacio de los condes de Visalta. A los siete años (según el uso del tiempo) fue consagrada a Dios en el convento benedictino de San Siro; a los 14 hizo los votos, y pese a su juventud, aventajaba a las otras religiosas en obediencia, devoción y olvido de sí misma. Pronto, con 23 años, a pesar de su juventud, fue nombrada abadesa. Sin embargo, cuando quiso desterrar algunos abusos introducidos en la comunidad, la mayoría, la apoyó, excepto un pequeño grupo, que intentó sembrar la discordia, lo que provocó que fuera destituida. Durante años, la santa tuvo que afrontar calumnias, falsos testimonios y graves pruebas interiores.
En 1200 estaba formándose una noble doncella, llamada Carencia, que quería hacerse religiosa, pero le desagradaba el ambiente del monasterio, consultó con Franca, que le aconsejó que su familia fundara un monasterio del Cister en la ciudad, y allí fundó el monasterio de Montelana. Franca, deseosa de una observancia más estrecha, pasó al nuevo monasterio con permiso del obispo. La santa fue nombrada abadesa de la nueva fundación, lugar donde reinaba la austeridad y la pobreza de la regla cisterciense. Pero la abadesa no estaba todavía satisfecha, por lo que pasaba noches enteras en la capilla entregada a la oración. Al ver que se debilitada en forma alarmante la salud de la abadesa, las religiosas ordenaron al sacristán que guardase la llave de la capilla; pero ello no bastó para impedir que la fervorosa superiora continuase con sus vigilias. Fue una mujer de una profunda oración y vida espiritual. Confirmó su culto el papa Gregorio X en 1273.
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