Martirologio Romano: En Constantinopla, santa Antusa, virgen, que, siendo hija del emperador Constantino Coprónimo, se dedicó a ayudar a los pobres, a redimir a siervos, a reparar iglesias y a edificar monasterios, recibiendo el hábito monástico de manos del obispo san Tarasio.
Antes de ser abadesa de un convento de Constantinopla, fue reclusa. Fue célebre por su veneración a las imágenes de los santos y por esta razón compareció ante el emperador Constantino Coprónico, que mandó someterla a la tortura; pero se hizo amiga de la emperatriz y vivió hasta una edad tardía.
Otros autores dicen que era hija del emperador Constantino V Coprónico y de la emperatriz Irene, nació en Constantinopla. Pronto se quedó huérfana de madre y se quedó en la Corte junto a su hermano gemelo León. Su padre se declaró iconoclasta y persiguió a los que adoraban las imágenes. Antusa no apoyó a su padre y después de ayudar a muchos pobres, reparar iglesias, renunció al matrimonio, y se dedicó al servicio de Cristo; cuando en el 775 su hermano sucedió a su padre en el trono, con el nombre de León IV, la princesa distribuyó sus bienes entre los pobres y rescató esclavos.
Cuando León IV murió en el 780, su mujer Irene, fue regente por la minoría de edad de su hijo Constantino VI y le ofreció a su cuñada Antusa asociarse con ella en el gobierno del Imperio. Antusa rechazó la propuesta y continuó con sus prácticas de caridad, ocupándose sobre todo de las viudas y de los huérfanos, proveyendo a su educación con sus bienes, hasta que tomo el hábito monacal de manos del patriarca san Tarasio, en el monasterio de la Concordia de Constantinopla, donde pasó sus últimos años, empleada en los servicios más humildes y asistiendo con su amor a sus cohermanas. Murió con casi 52 años. La tradición oriental la considera mártir, pero no así el Martirologio latino.
Antes de ser abadesa de un convento de Constantinopla, fue reclusa. Fue célebre por su veneración a las imágenes de los santos y por esta razón compareció ante el emperador Constantino Coprónico, que mandó someterla a la tortura; pero se hizo amiga de la emperatriz y vivió hasta una edad tardía.
Otros autores dicen que era hija del emperador Constantino V Coprónico y de la emperatriz Irene, nació en Constantinopla. Pronto se quedó huérfana de madre y se quedó en la Corte junto a su hermano gemelo León. Su padre se declaró iconoclasta y persiguió a los que adoraban las imágenes. Antusa no apoyó a su padre y después de ayudar a muchos pobres, reparar iglesias, renunció al matrimonio, y se dedicó al servicio de Cristo; cuando en el 775 su hermano sucedió a su padre en el trono, con el nombre de León IV, la princesa distribuyó sus bienes entre los pobres y rescató esclavos.
Cuando León IV murió en el 780, su mujer Irene, fue regente por la minoría de edad de su hijo Constantino VI y le ofreció a su cuñada Antusa asociarse con ella en el gobierno del Imperio. Antusa rechazó la propuesta y continuó con sus prácticas de caridad, ocupándose sobre todo de las viudas y de los huérfanos, proveyendo a su educación con sus bienes, hasta que tomo el hábito monacal de manos del patriarca san Tarasio, en el monasterio de la Concordia de Constantinopla, donde pasó sus últimos años, empleada en los servicios más humildes y asistiendo con su amor a sus cohermanas. Murió con casi 52 años. La tradición oriental la considera mártir, pero no así el Martirologio latino.
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