(Ricardo de Wych).
Rico de fuerza. Firme gobernador.
Martirologio Romano: En Chichester, ciudad de Inglaterra, san Ricardo, obispo, que fue desterrado por el rey Enrique III, y restituido después a esta sede, se mostró siempre generoso en ayudar a los pobres.
Se llamaba Richard Wych y nació en Droitwich (Worcestershire, Inglaterra), en el seno de una familia de labriegos nobles. Trabajó desde muy niño para reparar la hacienda arruinada de sus padres. Un día lo dejó todo: a su hermano mayor y un ventajoso matrimonio, y se marchó a estudiar a las universidades de Oxford, París y Bolonia, donde vivió en la más absoluta pobreza. Catedrático de Derecho volvió a Inglaterra. En el 1235, fue elegido canciller de la universidad de Oxford; en esta ciudad colaboró estrechamente con el arzobispo de Canterbury, san Edmundo Rich, siendo canciller diocesano de Canterbury. Ambos hicieron frente a las pretensiones del rey Enrique III, que se apoderaba de los beneficios eclesiásticos vacantes; la pugna se enconó y fueron desterrados a Pontigny en Francia. Tras la muerte de san Edmundo, Ricardo se retiró al convento de los dominicos de Orleans donde fue ordenado sacerdote en 1242.
De nuevo en Inglaterra, optó por la vida parroquial. Entre 1242 y 1244 ejerció su ministerio en las parroquias de Deal y de Charing. De la vida parroquial, lo sacó el sucesor de Edmundo, el beato Bonifacio de Saboya, el cual le pidió que fuera su canciller en Canterbury; el cargo le duró un año y, fue nombrado obispo de Rochester, pero su elección fue declara nula por el papa Inocencio IV. Pero a pesar de la oposición del rey, fue consagrado obispo de Chichester (1245) en Lyon, por el papa Inocencio IV. Enrique III, en venganza, dio ordenes muy severas contra Ricardo y contra los que le amparaban. Todos le negaron alojamiento; caminó vagabundo por diversas ciudades hasta que se hizo misionero, recorriendo pueblos y aldeas, predicando a Jesucristo, solamente un sacerdote, Simón Ferring, lo acogió en su casa y se ocupó de sus necesidades; y fue entonces cuando dio la medida de su personalidad: compartió preferentemente su vida con los pobres y los enfermos con su lema: "austeridad, caridad y energía". Su extraordinaria amabilidad la llevó hasta el último detalle la ejemplaridad y la disciplina eclesiástica, para el bien de las almas. Luchó con coraje contra la simonía y el nepotismo.
Roma amenazó al rey con la excomunión si no reconocía a Ricardo como legítimo obispo de Chichester. Por fin llegó la hora de la paz y reconocimiento de sus derechos. Se volcó en su ministerio pastoral. Predicaba en todo los lugares de sus diócesis, era generoso con los más pobres y comprensivo con las miserias humanas, pero intransigente con la vida moral del clero, sobre todo con los simoniacos, concubinarios, irredentes… En la escasez de alimentos padecida los años 1247 a 1250 se puso de manifiesto la actividad y generosidad de su caridad.
Cuando predicaba la Cruzada para liberar el Santo Sepulcro, cayó enfermo en Dover; y allí en un asilo, que había fundado para los pobres, murió, haciendo repetir a los que le rodeaban: "María, madre de Dios y madre de misericordia, defiéndenos del enemigo y recíbenos en el Cielo". Está enterrado en la catedral de Chichester. Fue canonizado por Urbano IV el 25 de enero de 1262.
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