Guerrero, marcial, belicoso.
Martirologio Romano: San Martín I, papa y mártir, que condenó la herejía de los monotelitas en el Concilio de Letrán y, por orden del emperador Constante II, fue arrancado de su sede por el exarca Calíopa, que entró por la fuerza en la basílica de Letrán, enviando al Pontífice a Constantinopla y encerrándolo en una dura mazmorra bajo estrecha vigilancia, siendo por fin desterrado al Quersoneso, donde, después de unos dos años, concluyeron sus tribulaciones, alcanzando la corona eterna.
Natural de Todi en Umbría. Diácono en la diócesis de Roma. Presbítero y apocrisario en Constantinopla. A la muerte de Teodoro I, fue designado Pontífice. Tuvo que luchar contra el emperador de Oriente, Constante II, defensor de la herejía de Eutiques o monotelismo, que negaba la doble voluntad de Cristo, derivada de su doble naturaleza, atribuyéndole sólo la divina. Contó para luchar contra la herejía, con san Máximo el Confesor.
Reunió un concilio en Letrán en el 649, con quinientos obispos, que condenó al emperador y al patriarca de Constantinopla, Pablo, que la defendía. El emperador trató de vengarse y, después de una fallida tentativa de asesinato, logró llevar a Constantinopla (653), ante el nuevo exarca de Rávena, Teodoro Caliopa, al anciano y enfermo Papa, que fue apresado y deportado a Naxos en el Egeo, acusado de supuesta complicidad con Olimpio (general traidor del Imperio, que intentó matarlo, y que por aquel entonces había muerto); un año después en Constantinopla será condenado a muerte, degradado, torturado y humillado, pero su oponente, el obispo de Bizancio, Pablo II, consiguió, por escrúpulos de conciencia, que fuera desterrado a Crimea. Esta prisión permitió al Papa hacer de su destierro en la miseria y soledad algo equivalente al martirio. En efecto, allí pudo enterarse de que habían elegido a su sucesor, san Eugenio I, y en esta soledad murió de hambre.
El heroísmo del martirio moral en el que vivió los últimos años de su vida se resume en este pensamiento suyo en una de sus cartas: "la sensibilidad y la falta de compasión de todos aquellos que en cierto modo me pertenecíais, y también de la de mis amigos y conocidos, quiénes, cuando me he visto arrastrado por esta desgracia, ni siquiera se acuerdan de mí, ni tampoco se preocupan de si todavía me encuentro sobre la tierra o de si estoy fuera de ella". MEMORIA FACULTATIVA.
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