Martirologio Romano: Fiesta de san Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia, que, discípulo de su hermano Leandro y sucesor suyo en la sede de Sevilla, en la Hispania Bética, escribió con erudición, convocó y presidió varios concilios, y trabajó con celo y sabiduría por la fe católica y por la observancia de la disciplina eclesiástica. Descansó en el Señor el 4 de abril.
Su familia era hispano-romana natural de Cartagena, pero él y los suyos, huyendo de los bizantinos se instalaron en Sevilla. Se formó férreamente en Sevilla con sus hermanos mayores: santos Leandro, Fulgencio y Florentina.
Se cuenta que cuando niño no le gustaba estudiar por lo aburrido que era. Pero un día huyendo se puso a correr por el campo, alegre por la libertad conquistada, y como tuviera sed se acercó a un pozo, sobre la piedra del brocal vio signos profundos y regulares. A una mujer que sacaba agua le preguntó qué era aquello, y ésta le dijo que era la señal del cubo sobre la piedra; entonces el comprendió que su voluntad rebelde podría ser vencida con la constancia y el estudio. Ingresó en el monasterio en el que su hermano san Leandro era abad y se entregó de lleno a la oración. Para el año 583 era ya conocido como un gran apóstol; sin haber cumplido todavía los 30 años sucedió a su hermano como abad. A sus monjes les escribió: "La renuncia completa de sí mismo, la estabilidad en el monasterio, la pobreza, la oración litúrgica, la lección y el trabajo deben ser los pilares de nuestra vida...". Alcanzó en poco tiempo incomparable erudición y dominó el latín, el griego y el hebreo, así de cuanta literatura, ya clásica, ya patrística, se había salvado desde entonces.
Al morir Leandro, fue designado obispo de Sevilla (c. 601). Durante los casi cuarenta años de episcopado se distinguió por su predicación apostólica contra las herejías residuales del arrianismo y contra los herejes llamados "acéfalos", negadores de la dualidad de naturaleza en Cristo, que fueron condenados en el II concilio de Sevilla que él convocó en el 619. Fundó junto a Sevilla un colegio para la formación cultural del clero y de los laicos, y fue su primer maestro. En efecto, la escuela de Sevilla se hizo célebre en toda España. En el IV concilio de Toledo (633), que presidió por sus méritos, hizo obligatorias tales instituciones, que luego se convirtieron en escuelas eclesiásticas y monásticas, precursoras de las universidades. En el año 619 convocó el llamado II sínodo hispalense. Mantuvo una estrecha relación con los reyes visigodos que le permitió colaborar activamente con Sisebuto, Sisenando y Suintila en la estabilidad del reino. Mantuvo una gran amistad con san Braulio, obispo de Zaragoza.
Gran escritor, erudito conocedor de la literatura anacorética oriental y admirador de Orígenes, nos ha legado no sólo la "Historia de los Godos" y el "Libro de las Etimologías" (que es una especie de inventario de todos los conocimientos humanos, muy apreciado en la Edad Media), sino además dos libros sobre los "Oficios divinos", que son una explicación de la antigua liturgia española. En efecto, se le atribuye el misal y el breviario para uso de la Iglesia hispánica, que luego constituyó el núcleo de la liturgia mozárabe, que sobrevivió a la ruina de la Iglesia visigoda. También escribió: tres libros de "Sentencias" (la primera Suma Teológica, libro de texto de teología), "La diferencia de la propiedad de las palabras" (gramática y retórica), "El orden de las criaturas" (ciencias naturales), "Sinónimos" (mística).
Por el volumen de sus escritos, entre los que merece mención especial la "Regla de los monjes", este santo sintetizador de la ciencia antigua puede ser considerado como un maestro de la Europa medieval y fue el mayor pedagogo de la Edad Media. Aún no había muerto, y ya sus obras se encontraban en todas las bibliotecas de Europa. Fue llamado en el VIII concilio de Toledo, "el varón más sabio de los últimos siglos cuyo nombre hay que pronunciar con reverencia". Un antiguo historiador nos los describe: "Fue largo en limosnas, insigne en hospitalidad, sereno de corazón, afable en las exhortaciones, sabio en el consejo, humilde en el vestir, sobrio en la mesa, habilísimo para ganar almas para Cristo, eminente en toda virtud y pronto a dar la vida por la verdad". Los últimos meses de su vida aumentó su caridad hacia los más necesitados, murió de una enfermedad estomacal. Está enterrado en la catedral de León. Patrón de León y Sevilla. MEMORIA FACULTATIVA en España.
Se cuenta que cuando niño no le gustaba estudiar por lo aburrido que era. Pero un día huyendo se puso a correr por el campo, alegre por la libertad conquistada, y como tuviera sed se acercó a un pozo, sobre la piedra del brocal vio signos profundos y regulares. A una mujer que sacaba agua le preguntó qué era aquello, y ésta le dijo que era la señal del cubo sobre la piedra; entonces el comprendió que su voluntad rebelde podría ser vencida con la constancia y el estudio. Ingresó en el monasterio en el que su hermano san Leandro era abad y se entregó de lleno a la oración. Para el año 583 era ya conocido como un gran apóstol; sin haber cumplido todavía los 30 años sucedió a su hermano como abad. A sus monjes les escribió: "La renuncia completa de sí mismo, la estabilidad en el monasterio, la pobreza, la oración litúrgica, la lección y el trabajo deben ser los pilares de nuestra vida...". Alcanzó en poco tiempo incomparable erudición y dominó el latín, el griego y el hebreo, así de cuanta literatura, ya clásica, ya patrística, se había salvado desde entonces.
Al morir Leandro, fue designado obispo de Sevilla (c. 601). Durante los casi cuarenta años de episcopado se distinguió por su predicación apostólica contra las herejías residuales del arrianismo y contra los herejes llamados "acéfalos", negadores de la dualidad de naturaleza en Cristo, que fueron condenados en el II concilio de Sevilla que él convocó en el 619. Fundó junto a Sevilla un colegio para la formación cultural del clero y de los laicos, y fue su primer maestro. En efecto, la escuela de Sevilla se hizo célebre en toda España. En el IV concilio de Toledo (633), que presidió por sus méritos, hizo obligatorias tales instituciones, que luego se convirtieron en escuelas eclesiásticas y monásticas, precursoras de las universidades. En el año 619 convocó el llamado II sínodo hispalense. Mantuvo una estrecha relación con los reyes visigodos que le permitió colaborar activamente con Sisebuto, Sisenando y Suintila en la estabilidad del reino. Mantuvo una gran amistad con san Braulio, obispo de Zaragoza.
Gran escritor, erudito conocedor de la literatura anacorética oriental y admirador de Orígenes, nos ha legado no sólo la "Historia de los Godos" y el "Libro de las Etimologías" (que es una especie de inventario de todos los conocimientos humanos, muy apreciado en la Edad Media), sino además dos libros sobre los "Oficios divinos", que son una explicación de la antigua liturgia española. En efecto, se le atribuye el misal y el breviario para uso de la Iglesia hispánica, que luego constituyó el núcleo de la liturgia mozárabe, que sobrevivió a la ruina de la Iglesia visigoda. También escribió: tres libros de "Sentencias" (la primera Suma Teológica, libro de texto de teología), "La diferencia de la propiedad de las palabras" (gramática y retórica), "El orden de las criaturas" (ciencias naturales), "Sinónimos" (mística).
Por el volumen de sus escritos, entre los que merece mención especial la "Regla de los monjes", este santo sintetizador de la ciencia antigua puede ser considerado como un maestro de la Europa medieval y fue el mayor pedagogo de la Edad Media. Aún no había muerto, y ya sus obras se encontraban en todas las bibliotecas de Europa. Fue llamado en el VIII concilio de Toledo, "el varón más sabio de los últimos siglos cuyo nombre hay que pronunciar con reverencia". Un antiguo historiador nos los describe: "Fue largo en limosnas, insigne en hospitalidad, sereno de corazón, afable en las exhortaciones, sabio en el consejo, humilde en el vestir, sobrio en la mesa, habilísimo para ganar almas para Cristo, eminente en toda virtud y pronto a dar la vida por la verdad". Los últimos meses de su vida aumentó su caridad hacia los más necesitados, murió de una enfermedad estomacal. Está enterrado en la catedral de León. Patrón de León y Sevilla. MEMORIA FACULTATIVA en España.
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