Nacido el día del Señor.
Su biografía la escribió el propio san Juan Bosco. Nació en San Giovanni di Riva cerca de Chieri, Turín, en el seno de una familia cristiana; su padre era herrero. El día de su primera comunión, en Castelnuovo, hizo un propósito que cumplió durante toda su vida: "Me confesaré con frecuencia y comulgaré siempre que me lo permita el confesor. Quiero santificar los días de fiesta. Mis amigos serán Jesús y María. Antes morir que pecar". Vivía en Murialdo, y la escuela estaba en Castelnuovo, a cuatro kms. A pesar de ello decidió ir a la escuela, haciendo el recorrido dos veces al día, a pie, a pesar de sus diez años. A los 12 años su padre se lo presentó a san Juan Bosco. -”¿Para qué puede servir esta tela? preguntó Domingo. -Para hacer un buen traje y regalárselo a Nuestro Señor, respondió san Juan Bosco. -Entendido. Pues yo soy la tela y usted el sastre: hagamos ese traje". Y de este modo entró Domingo en el colegio salesiano de Valdocco donde fue un aficionado a los deportes y a la música: tenía una voz excelente.
Oyó un día decir a don Bosco: "Es voluntad de Dios que todos seamos santos. Es fácil hacerse santos, pues nunca falta la ayuda de Dios. Hay grandes premios para quien se hace santo". Y Domingo decidió hacerse santo. Siguió al pie de la letra los consejos de su director espiritual, el propio don Bosco, resumidos en una máxima: cumplir alegremente los deberes de su estado. Es decir, santa alegría en el servicio de Dios, piedad y estudio, aceptación de las contradicciones y hacer todo el bien posible a sus compañeros. Domingo tenía su genio y sus arrebatos, incluso llegó a pelearse cansado ya de las bromas que le hacían, pero aprendió a dominarlos. No tenía respetos humanos. Era valiente en la profesión de la fe. Sus padres, sus maestros, sus compañeros, reconocieron en el un extraordinario candor, unido a una maravillosa capacidad de devolver el bien por el mal incluso en las pequeñas cosas. Se propuso no perder un minuto de su tiempo y tenía una gran devoción a Jesús Sacramentado y a María. San Juan Bosco decía de él: "Savio llevaba más almas al confesionario con sus recreos que los predicadores con sermones". Creó entre sus compañeros la Compañía de la Inmaculada, con el fin de honrar a María, en aquellos años que se había definido el dogma.
Es conocida la anécdota cuando intervino para evitar un duelo a pedradas entre dos compañeros. Les convenció de que antes del duelo aceptaran el desafío que él les proponía: les enseñó un crucifijo y les dijo “Quiero que cada uno fije la vista en este crucifijo; después arroje una piedra contra mí pronunciando estas palabras: Jesucristo siendo inocente murió perdonando a sus verdugos; yo, que soy culpable, quiero ofenderle y entregarme a las furias de una venganza ruin”. Sus amigos desistieron del duelo y se perdonaron mutuamente.
A los 14 años ya sabía que iba a morir, y fue enviado a su casa en Mondonio, Turín, pues no podía continuar los estudios a causa de su siempre debil salud, se despidió de los compañeros diciendo: "Adiós nos veremos siempre con el Señor".
La causa de beatificación de Domingo se introdujo en 1914. Al principio despertó cierta oposición, por razón de la corta edad del santo. Pero el Papa Pío X consideró, por el contrario, que eso constituía un argumento en su favor y su punto de vista se impuso. Sin embargo, la beatificación no se llevó a cabo sino hasta el 5 de marzo de 1950, por Pío XII, y el mismo Pontífice lo canonizó el 12 de junio de 1954.
La causa de beatificación de Domingo se introdujo en 1914. Al principio despertó cierta oposición, por razón de la corta edad del santo. Pero el Papa Pío X consideró, por el contrario, que eso constituía un argumento en su favor y su punto de vista se impuso. Sin embargo, la beatificación no se llevó a cabo sino hasta el 5 de marzo de 1950, por Pío XII, y el mismo Pontífice lo canonizó el 12 de junio de 1954.
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