Martirologio Romano: En el Montefiascone, en la Toscana, santa Lucía Filippini, fundadora del Instituto de Maestras Pías, para promover la enseñanza cristiana de jóvenes y mujeres, especialmente las carentes de recursos.

Aquellas dotes de educadora hicieron que el obispo de Montefiascone, le confiara las obras escolares diocesanas, que muy pronto dieron a luz un Instituto llamado de las Pías Maestras o Filipinas (fundado junto con santa Rosa Venerini, aunque el verdadero impulsor fue el cardenal Barbarigo que escribió las reglas). Fue maestra de las Pías Maestras, su guía espiritual y superiora general. La obra tuvo un gran éxito en varias diócesis, hasta en Roma, que se puso bajo el patronato del papa Clemente XI. Por voluntad de Barbarigo, la dirección espiritual de las Escuelas y de las Maestras fue confiada a la congregación de los Píos Operarios. Pero el Instituto también tuvo sus dificultades, porque la superiora a menudo fue incomprendida, obstaculizada e incluso fue denunciada de herejía, concretamente de quietismo, porque los Píos Operarios habían dado a la nueva fundación un nuevo giro más ascético y penitencial que no tenía nada que ver con la idea secular de Rosa Venerini, ni del cardenal Barbarigo. De este modo, surgió una gran rivalidad entre las dos fundadoras, que terminó con el abandono de Lucía de Roma (1707), y su regreso a Montefiascone, acusada de quietismo.
Para dirigir las escuelas romanas fue llamada Rosa Venerini que, desistió por las divergencias con sus métodos de enseñanza. Se crearon así las Maestras Pías Filippini, cuyos miembros tenían votos simples, y podían poseer algún dinero, en cambio las Maestras Pías Venerini, vivían una absoluta pobreza. Los dos Institutos, se separaron de la tutela de los obispos y se pusieron bajo la autoridad pontificia. Adelantándose así a la centralización de las Congregaciones religiosas, que ocurriría años más tarde. Murió de una terrible enfermedad. Las dos fundadoras fueron canonizadas, aunque la canonización de Lucía, fue mucho más rápida, quizás porque se entendió los sufrimientos injustos que tuvo que padecer. Fue canonizada por SS. Pío XI el 22 de junio de 1930.
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