Vitál, dar la vida. Amigo de los animales.
Martirologio Romano: En Siracusa, de Sicilia, san Zósimo, obispo, que, primero, fue humilde custodio del sepulcro de santa Lucía y, después, abad del monasterio de esta población.
Los padres del santo fueron terratenientes sicilianos, que dedicaron a su pequeño hijo al servicio de Santa Lucía y lo colocaron, a la edad de siete años, en un monasterio que llevaba el nombre de la santa, cerca de su hogar. Allí su principal ocupación fue la de cuidar las reliquias de la santa, tarea que no iba con la manera de ser del niño acostumbrado a la vida de campo, llegando a escapar del convento, pues tuvo un fuerte deseo de ir a ver a sus padres; con lo cual, abandonando su puesto, sin permiso de sus superiores, fue a verlos, pero éstos se disgustaron y se lo dijeron al abad, el cual fue comprensivo con el deseo ferviente del joven. Pero su vocación comenzó a fallar, pero se le apareció santa Lucia en sueños y le corrigió su inconstancia. Desde ese día, fue un monje modelo, entregado a la oración y a la penitencia.
Durante 30 años vivió casi olvidado; al morir el abad de Santa Lucía, recayó en el obispo de Siracusa designar al nuevo abad, quien eligió a Zósimo, siendo ordenado luego unos días después como sacerdote. El santo gobernó el monasterio con tal sabiduría, amor y prudencia que superó a todos sus predecesores y a todos sus antecesores.
Cuando la sede de Siracusa quedó vacante, el Papa Teodoro designó a Zósimo y lo consagró. Durante su episcopado, el santo fue notable por su celo en la enseñanza del pueblo y por su generosidad con los pobres. San Zósimo murió a la edad de 90 años.
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