Martirologio Romano: En Viterbo, en la Toscana, beata Rosa, virgen de la Tercera Orden de San Francisco, que, asidua en las obras de caridad, a los dieciocho años de edad consumó rápidamente el breve curso de su vida.
Nació en Viterbo, en el seno de una familia modesta. Se dice que desde su más tierna edad tuvo dones taumatúrgicos y fenómenos místicos que atrajeron a sus vecinos. Hizo grandes penitencias que quebrantaron su salud, y con una cruz iba predicando a los habitantes la conversión al mismo tiempo que alababa a Jesús y María. También se cuenta que a los diez años, María le ordenó que se hiciera Terciaria franciscana.
A los12 años edad, inspirada tal vez por algún sermón que escuchó o por las ardientes palabras de algún güelfo, Rosa comenzó a recorrer las calles predicando para inflamar al pueblo a combatir a Federico II y amotinarse para arrojar de la ciudad a la guarnición de los gibelinos. Sus palabras simples y emocionadas no dejaron de producir su efecto, y éste se hizo más profundo a raíz de los rumores que circulaban con insistencia, sobre las maravillas que experimentaban muchos de los oyentes de Rosa. Desde entonces, las multitudes se congregaban frente a su casa, con la esperanza de oírla, hasta que el padre de la joven se asustó y le prohibió salir a la calle y mostrarse, bajo la amenaza de una despiadada paliza si desobedecía. A las amenazas de su padre, Rosa replicó tranquilamente: «Si Jesús fue golpeado por mi causa, yo puedo ser golpeada por causa suya. Yo sólo haré lo que Él me dijo que hiciera. No puedo desobedecerle». A instancias del párroco, el padre de Rosa levantó la prohibición y, durante dos años consecutivos, la chica predicó en pro de la causa del Papa en las calles de Viterbo.
A los 15 años, fue considerada enemigo público número uno, se la expulsó, junto a su familia, de Viterbo y del convento de clarisas (donde repetidas veces había querido ingresar pero siempre se le había rechazado). Marchó a Soriano de Cimino donde siguió su cruzada contra el emperador y, una mañana, después de su oración, anunció la muerte de éste. Rosa se trasladó a Vitorchiano donde vivió hasta 1251. Regresó a su ciudad, donde quiso entrar en el convento de las damianitas de Santa María de las Rosas, pero las monjas la temían, y ella respondió "no me habéis aceptado en vida, tal vez me acojáis en la muerte", como así fue. Su cuerpo incorrupto se conserva en la iglesia de las clarisas de Viterbo.
Su culto fue confirmado por Calixto III en 1457. Su festividad litúrgica se celebra el 4 de Septiembre y la solemnidad religiosa el 6 de Marzo. Patrona de Viterbo, de la juventud femenina italiana y de la Tercera Orden femenina Franciscana.
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