Madre. Vida, la que te da la vida. Primera mujer.
La noticias que nos han llegado aparecen en la «Vita Julianae», es decir, en la vida de santa Juliana de Cornillon. Eva nació en Lieja, en un ambiente acomodado, y experimentó un conflicto entre la vida civil y la de reclusa; su vocación no fue inmediatamente clara, y Juliana influenció mucho en su decisión. El ambiente en el que se educó no era el más propicio para alimentar una profunda vida cristiana. Era un mar de dudas. Poco a poco, sin embargo, su íntima amiga santa Juliana de Cornillón le fue aclarando todo su rico manantial -aunque inexplorado- de su alma estupenda.
La amistad sincera ayuda en momentos cruciales de la existencia. Guiada, pues, por su amiga entró en el convento cisterciense de San Martín de Lieja (Bélgica). Tuvo la fortuna de que la visitara a menudo su amiga. Le confiaba el gozo que sentía de haber fundado un instituto dedicado a la glorificación del Sacramento de la Eucaristía. Por diversas circunstancias, la beata Juliana tuvo que salir para estar junto a su amiga Eva en el mismo convento. Aquí fue donde Eva constató personalmente los arrebatos místicos de su amiga. Al principio dudaba de que los tuviera. Se convenció más tarde del alto grado de santidad de su amiga y de los éxtasis con que Dios le regalaba.
Gracias a las dos, el papa Urbano IV publicó la Bula en la que anunciaba la fiesta de la institución de la fiesta del Corpus para toda la Iglesia. Esta Bula es un documento importante de la fecha de la institución, en agosto- septiembre del año 1264. Justamente, al año siguiente moría en odor de santidad. Se le da de forma indistinta el título de santa o beata.
Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana. El culto fue aprobado el 22 de abril de 1902 por León XIII, y se celebra en Lieja el 14 de marzo, y el 25 de junio en otras regiones.
Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana. El culto fue aprobado el 22 de abril de 1902 por León XIII, y se celebra en Lieja el 14 de marzo, y el 25 de junio en otras regiones.
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