4 de febrero de 2015

San NICOLÁS "Estudita". M. 863/8.

Vencedor en el pueblo

Martirologio Romano: En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que fue exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes y terminó sus días como hegúmeno del monasterio de Estudion.

Nació en Sidonia (ahora Canea) en Creta, de padres acomodados quienes lo llevaron a los diez años de edad a Constantinopla con su tío Teofanes, al monasterio de Studium. El abad quedó muy bien impresionado con él y le permitió entrar a la escuela del monasterio, donde pronto se distinguió por su docilidad y ahínco para aprender. A la edad de dieciocho años, se hizo monje y se notó que la obediencia a la regla no representaba ningún obstáculo para él, pues ya había llegado al dominio de sí mismo. 
En Constantinopla y Grecia la Iglesia era cruelmente perseguida por los emperadores iconoclastas. No pasó mucho tiempo sin que fueran desterrados Nicolás, el patriarca de Constatinopla: san Nicéforo, el abad san Teodoro “Estudita” y otros, y Nicolás hizo todo lo que pudo para ayudar a sus compañeros y aliviar sus sufrimientos. Después del asesinato de León V el Armenio, la persecución fue disminuyendo y se permitió a los expatriados volver, pero en tales condiciones que no todos aceptaron. Cuando san Teodoro murió, Nicolás que había sido un discípulo modelo para los demás, se convirtió en su guía y maestro. 
La persecución duró hasta la muerte del emperador Teófilo, en 842, cuando su viuda, Teodora, hizo volver a los desterrados y restituyó las imágenes que se veneraban en las iglesias. Entre los que regresaron, estaba el nuevo abad de los estuditas, a quien después sucedió san Nicolás.
En diciembre de 858, comenzó una tremenda disputa de gran trascendencia, cuando se destituyó a san Ignacio de la sede patriarcal de Constantinopla y pusieron a Focio, nombrado por el emperador Miguel III. San Nicolás no quiso tener ningún trato con él y se desterró voluntariamente, negándose a volver a la amistad de Miguel, quien entonces nombró otro abad. Por varios años el santo anduvo errante, pero al cabo fue aprehendido y enviado de vuelta a su monasterio, donde fue puesto en completo aislamiento. Por ese motivo, no pudo obedecer el llamamiento del Papa san Nicolás I, que deseaba examinarlo como testigo en favor de san Ignacio. 
En 867, mataron a Miguel y su sucesor, el emperador Basilio, no sólo restituyó a san Ignacio, sino que también deseó restablecer al abad Nicolás, quien, sin embargo, se excusó por su avanzada edad. Murió entre sus monjes y fue sepultado junto a san Teodoro, su gran predecesor. Tiene culto local.

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