Sublimado de la fe. Nacido en Hélade.
Nació en Toledo, durante la dominación visigoda. Su padre estaba emparentado con la familia real y tenía los más altos cargos en la corte. Eladio desempeñó en su juventud diversos cargos del reino con ejemplaridad y gran prestigio, entre ellos el de administrados de las finanzas del reino.
A Eladio no le gustaba mucho la vida de la Corte; se pasaba todo el tiempo en el monasterio de Agalia, cerca de Toledo, donde buscó siempre los puestos más humildes. San Ildefonso de Toledo dijo de él que "aunque vestía secular, vivía como un monje". De esta forma, cuando pudo dejar la Corte, ingresó como monje en el monasterio. Muerto el abad, le eligieron para sucederle. Quedó vacante la sede episcopal de Toledo, al morir el obispo Aurasio, y fue elegido arzobispo por aclamación popular.
Los años no son obstáculo para reformar el estamento eclesiástico, mejorar el estado secular y cuidar el culto divino. Como obispo no puede olvidar a los más necesitados en lo material porque sin caridad no hay cristianismo creíble; y es en este punto donde su discípulo y sucesor san Ildefonso escribe: "Las limosnas y misericordias que hacía Eladio eran tan copiosas que era como si entendiese que de su estómago estaban asidos como miembros los necesitados, y de él se sustentaban sus entrañas"; este era un motivo más para cuidar la austeridad de su mesa arzobispal, debía ser frugal en la comida para no defraudar a los pobres, con el tiempo se le apodó el "padre de los pobres". Ordenó diácono a san Ildefonso de Toledo. Negoció delicadamente con Sisebuto la ardua cuestión que planteaba la convivencia diaria entre las comunidades de judíos y cristianos que era fuente permanente de conflictos religiosos y de desorden social. Levantó el templo de Santa Leocadia. Después de 18 años de servicios constantes como arzobispo de Toledo, murió lleno de méritos.
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