San Evecio de Nicomedia. M. 303.
Recreación de Nicomedia |
Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, pasión de san Evecio, que, bajo el emperador Diocleciano, viendo colgado en la plaza el edicto contra los adoradores de Dios, ardiente por la fe rasgó el documento ante todo el pueblo, siendo sometido por ello a crueles suplicios.
Mártir en Nicomedia de Bitinia en la persecución de Diocleciano. Probablemente fue el cristiano de alto rango, del que habla Eusebio de Cesarea en su “Historia Eclesiástica”, que se permitió rasgar el edicto publicado contra los cristianos: «...tan pronto como se promulgó en Nicomedia el edicto contra las iglesias, uno que no era un personaje oscuro, sino de los más preclaros, según la estimación de las excelencias de esta vida, empujado por el celo de Dios, se lanzó con fe ardiente, y después de arrancar el edicto que se hallaba en lugar visible y público, por considerarlo impío e irreligioso, lo desgarró, a pesar de haber en la misma ciudad dos emperadores, el más antiguo de todos [el Augusto Diocleciano], y el que después de él ocupaba el cuarto puesto en el gobierno [el César Galerio].
Mas éste fue el primero de los que en aquella ocasión se distinguieron de esta manera, y tras sufrir enseguida cuanto era de suponer por tal atrevimiento, conservó la calma y la tranquilidad hasta su último suspiro.» (“Historia Eclesiástica”).
Lactancio precisa que este mártir (a quien él tampoco pone nombre) «fue inmediatamente aprehendido, llevado a juicio, torturado y quemado vivo, en las formas de la ley. Y luego de mostrar admirable paciencia, fue reducido a cenizas» (“De mortibus persecutorum”).
San Sergio de Cesarea. M. 304.
Hazañoso. Lámpara. Guardián. Siervo, esclavo.
Magistrado del Imperio romano, se hizo monje en Capadocia viviendo en la más absoluta soledad de manera que nadie conocía su existencia. Cuando empezaron las persecuciones, el gobernador de Armenia, Sapricio, que pasaba por Cesarea, al convocar a todos los cristianos, no encontró a casi ninguno. Sergio sintió la necesidad de acercarse a la ciudad, mientras se celebraba una fiesta en honor a Júpiter, a la vez que se soliviantaba al pueblo contra los cristianos. Sergio habló dando la más bella lección contra la idolatría que le valió el martirio.
San Modesto de Tréveris. M. 489.
Martirologio Romano: En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Modesto, obispo.
Obispo de Tréveris (486-489). Atrajo a todos por su desprendimiento y caridad hacia el prójimo en el momento difícil en el que la ciudad estuvo bajo el dominio franco de los reyes Merboco y Childeberto. La población soportó todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos y de la indigencia. Los usos y costumbres de los cristianos estaban desencaminados; abundaba el vicio, el desarreglo y libertinaje. Para colmo de males, si la comunidad cristiana estaba deshecha, el estado en que se encuentraba el clero era aún más deplorable. En su mayor parte, estaban desviados, sumidos en el error y algunos nadaban en la corrupción.
El obispo se refugió en la oración; allí gimió en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplacase su ira. Apoyó el ruego con generosa penitencia; lloró los pecados de su pueblo y ayunó. También predicó. Fue poco a poco en una labor lenta; comenzó a visitar las casas y a conocer en directo a su gente. Sobre todo, los pobres se beneficiaron primeramente de su generosidad. Hubo un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Murió con fama de santidad.
Nacido en Marzo. Sublime en lo mandado. Referente a Marte.
Martirologio Romano: En Mantua, en Lombardía, beato Marcos de Marconi, religioso de la Orden de los Ermitaños de San Jerónimo.
Natural de Mantua, hijo de una familia de trabajadores. Su infancia fue silenciosa, y sus biógrafos dicen que estuvo en esta época "escondido en Dios". Se hizo monje en el convento de San Mateo en Migliarino de los eremitas de San Jerónimo del beato Pedro Gambacorta; vivió en una vida de santidad que causó la admiración de todos hasta su muerte; se dedicó a la oración, estudio de la Sagrada Escritura, mortificación y ocultamiento. Su cuerpo permanece incorrupto en la catedral de Mantua.
Los obispos de Mantua, a partir de 1830, se asegurarán de que el culto del beato Marcos se hiciera oficial en la Iglesia, y fue el propio obispo de Mantua, Giuseppe Sarto, quien, convertido en papa con el nombre de Pío X, confirma el culto el 2 de marzo de 1906.
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