Santos Tiranión de Tiro y Zenobio. M. c. 304/11.
Zenobio: El que recibe la vida de Zeus.
Martirologio Romano: En Antioquía en Siria, conmemoración de san Tiranión, obispo de Tiro y mártir, que, instruido desde su más tierna edad en la fe cristiana, torturado con ganchos de hierro junto al sacerdote Zenobio, obtuvo la corona de la victoria.
El antiguo Martirologio conmemora un número desconocido de mártires en Tiro; entre ellos estos cinco: Tiranión, Silvano, Peleo, Nilo y Zenobio. Tiranión era obispo de Tiro, Zenobio era presbítero de la iglesia de Sidón y médico. Fueron arrojado al mar.
Tiranión había presenciado los martirios del 304 y alentado a los mártires, pero seis años después le detuvieron y le condujeron, junto con san Zenobio de Tiro, a Antioquía de Siria, y tras hacerle sufrir crueles torturas, fue arrojado al río Orontes.
San Eleuterio de Constantinopla. M. 310.
Libre.
Se dice que fue obispo de Constantinopla y mártir; la mayoría de los estudiosos, después de las investigaciones de los bolandistas, lo identifican con san Eleuterio conmemorado el 4 de Agosto.
San Eleuterio de Tournai. (456-531).
Libre.
Martirologio Romano: En Tournai, en la Galia Bélgica, san Eleuterio, obispo.
Nació en Tournai. Sus padres, amenazados por el rey Clodoveo, todavía pagano, huyeron a Bladin. Fue elegido obispo de Tournai en el 496, e hizo que Clodoveo admitiera un pecado que no se atrevía a confesar; predicó el evangelio en las Galias (diez años antes de que Clodoveo se convirtiese al cristianismo), por lo cual no tuvo ningún apoyo oficial para ejercer su misión. Resucitó, exorcizó y bautizó a la hija de un tribuno que se había enamorado de él.
Aunque no poseamos ningún documento históricamente seguro sobre la actividad de este santo obispo y sobre su obra misionera, una biografía atribuida a san Medardo de Noyón, coetáneo y hasta compañero de juegos en la infancia, cuenta muchas anécdotas de la vida de Eleuterio y sobre sus contactos con el rey pagano Clodoveo. El mismo san Medardo le predijo que un día llegaría a ser obispo, pero esa profecía equivalía a un augurio de vida difícil, incluyendo el martirio. Hizo cinco viajes a Roma y murió mártir en manos de los arrianos de su diócesis.
(fr.: Eucher d’Orléans).
De buena mano.
Martirologio Romano: En el cenobio de san Trudón, en Brabante, de Austrasia, tránsito de san Euquerio, obispo de Orleáns, que, desterrado por Carlos Martel por razón de las calumnias de algunos envidiosos, encontró piadoso refugio entre aquellos monjes.
Hizo de las cartas de san Pablo la lectura de su juventud: "La sabiduría de este mundo es necesaria ante Dios". "Pasa pronto la apariencia de este mundo". Ingresó en la abadía benedictina de Jumienges en Normandía. "Fue tan grande la luz de su santa vida y la opinión que todos tenían de él" dice un hagiógrafo, que a la muerte de su tío Suavarico, obispo de Orleáns, el pueblo le eligió para sucederle, y ante su resistencia tuvo que intervenir Carlos Martel, cuya autoridad le obligó a aceptar, aunque no sin desconsuelo, pues es tradición que lloraba copiosamente al ser consagrado".
Nombrado obispo de Orleans, fue un buen pastor; defendió a sus fieles de las pretensiones de Carlos Martel, quién expoliaba a las iglesias para atender a las necesidades de guerra. Su actitud frente a los poderosos terminó en el destierro en el año 732, primero en Colonia y luego en Lieja, donde vivió siempre rodeado de una inmensa veneración. Vivió santamente los últimos años de su vida en el monasterio de Saint Trond, en Maastricht, Holanda.
Santa Amada de Corano. M. c. 1250.
Digna de amor.
Sobrina de santa Clara de Asís. Durante su primera juventud vivió una vida mundana, en fiestas, diversiones y haciéndose cortejar por los jóvenes de Asís. Una vida sin problemas y placentera, hasta que un día quiso ir a San Damiano para ver a su tía y compañeras y... ya no volvió. Renunció al matrimonio y en el 1213, ingresó en el convento. A causa de sus duras penitencia, desde muy temprano sufrió de hidropesía y otros sufrimientos con los que se santificó. Durante 13 meses tuvo una violenta tos y su tía la curó con un simple signo de la cruz. Estuvo presente en la muerte de santa Clara que la interpeló: “¿Ves hija, el reino de la gloria que yo aspiro?”. Sus restos reposan en el convento de San Jorge de Asís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario