Santos Máximo, Claudio, Prepedigna, Cucías y Alejandro. M. 295.
Todo es una leyenda proveniente de la fabulosa pasión de santa Susana. Se narra que Claudio fue encargado por el emperador Diocleciano que pidiera como esposa para su hijo Maximiano, a su sobrina Susana, hija de Gabinio; cuando se encontró con su hermano, Claudio se convirtió al cristianismo y por su ejemplo también abrazaron la fe su mujer Prepedigna junto a sus hijos Alejandro y Cucías.
Después de algún tiempo llegó junto a Gabinio, Máximo, hermano de Claudio, y también él abrazó la fe. Los neo convertidos distribuyeron sus bienes entre los pobres y comenzaron a practicar obras de caridad. Cuando Diocleciano tuvo noticias de esto, los mandó arrestar a todos y los exilió a Ostia, donde fueron quemados vivos y sus cenizas fueron tirados al mar.
Santos Sadoth y 128 compañeros. M. c. 345.
(Sadoc, Schadost, Sahdost).
Martirologio Romano: En Beth Lapat, en el reino de los persas, pasión de los santos Sadoth, obispo de Seleucia, junto con ciento veintiocho compañeros mártires, presbíteros, clérigos y vírgenes consagradas, que, rechazando adorar el sol, fueron apresados y, después de crueles tormentos, sufrieron la muerte por sentencia real.
Sadoth parece haber actuado como diácono del obispo de Seleucia-Ctesifonte san Simeón, a quien representó en el Concilio de Nicea en el año 325. Fue elegido metropolita de Seleucia-Ctesifonte (Persia), sucesor de san Simeón, cuando éste fue martirizado; fue arrestado junto a 128 cristianos durante la persecución de Shapor II. La mayor parte de estos fueron martirizados enseguida y para poder ahorrarse torturas y sufrimientos sólo tenían que renegar del Dios cristiano y adorar al sol de Zoroastro. Los mártires clamaron a una voz: "No vamos a morir, sino vivir y reinar eternamente con Dios y su Hijo, Jesucristo".
Estaban encadenados en parejas y fueron conducidos fuera de la ciudad, cantando alegremente por el camino. La oración y la alabanza no cesó hasta la muerte del último de la bienaventurada compañía. Pero Sadoth y 8 compañeros fueron encarcelados en una sucia prisión durante cinco meses en Beth-Lapat, donde fueron torturados antes de ser decapitados Murieron alabando a Dios.
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