Defensor.
No son muchas las noticias que poseemos de la vida de este ilustre carmelita. Buena fuente de estas noticias, aunque muy parca, es el "Catálogo de los Santos", escrito a finales del siglo XIV. Según él, nuestro Avertano nació en la diócesis de Limoges (Francia) a finales del siglo XII.
Con deseos de alcanzar la santidad y atraído por los buenos ejemplos de los carmelitas que venidos de Oriente acababan de llegar a su patria, abrazó la vida del Carmelo como hermano de obediencia. Pronto llamó la atención por sus muchas virtudes, que ejerció en todos los conventos donde le tocó vivir.
Avertano, a pesar de carecer de estudios, pronto supo asimilar el espíritu del Carmelo en su doble vertiente: contemplativo y activo. En aquel tiempo -los inicios de la Orden- estaba en toda su pureza y lozanía. Vivió también con generosidad la nota de mendicidad o peregrinación, que tan en boga estaba en aquellos años. El espíritu del camino o peregrinación fue trampolín desde el cual se lanzó a alcanzar la santidad. De él se sirvió también para llevar almas a Cristo, en su fecundo apostolado.
Junto con el beato Romeo de Lucca, sacerdote de Limoges, peregrinaron a Italia por los diferentes santuarios de la península y a Roma. Sucumbieron a una epidemia contagiosa en el hospital de San Pedro de Lucca. Pronto acudieron a venera su sepulcro de toda Italia y de otras naciones porque el Señor obraba muchos milagros a favor de cuantos acudían a él. Tiene culto local.
Avertano, a pesar de carecer de estudios, pronto supo asimilar el espíritu del Carmelo en su doble vertiente: contemplativo y activo. En aquel tiempo -los inicios de la Orden- estaba en toda su pureza y lozanía. Vivió también con generosidad la nota de mendicidad o peregrinación, que tan en boga estaba en aquellos años. El espíritu del camino o peregrinación fue trampolín desde el cual se lanzó a alcanzar la santidad. De él se sirvió también para llevar almas a Cristo, en su fecundo apostolado.
Junto con el beato Romeo de Lucca, sacerdote de Limoges, peregrinaron a Italia por los diferentes santuarios de la península y a Roma. Sucumbieron a una epidemia contagiosa en el hospital de San Pedro de Lucca. Pronto acudieron a venera su sepulcro de toda Italia y de otras naciones porque el Señor obraba muchos milagros a favor de cuantos acudían a él. Tiene culto local.
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