Dios es misericordioso. El que está en gracia de Dios. Boca de oro. Admirable.
Excavaciones de la basílica de San Severo in Classe
Vista general de la planta de la basílica
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El Juan de Ravena que celebramos hoy vivió en un momento complicado: políticamente, la invasión de los lombardos, que a partir del 560 se lanzaron a la conquista de Italia, devastando, como solía ser en estos casos, las ciudades a las que vencían. Juan es alabado por cuidar y mantener, incluso desde el punto de vista civil, su pueblo durante la invasión.
Ravena representaba en esas décadas el centro del poder en Occidente del imperio bizantino, por lo que su importancia estratégica no podía ser mayor. Desde el punto de vista eclesiástico, Ravena era el punto de contacto entre la Iglesia de Occidente y el centro imperial de Bizancio, por lo tanto su obispo era, de alguna manera, el rival natural del obispo de Roma. La llamada «Controversia de los tres capítulos», compleja cuestión que pertenece al curso general de la historia de la Iglesia, pero que podemos simplificar mucho diciendo que se trató de un pulso entre el Emperador Justiniano y el Obispo de Roma Virgilio, aunque se desarrolló unos años antes que el episcopado de Juan, dejó secuelas graves en las relaciones entere el papado y el imperio; parece que Juan mantuvo una postura favorable al Emperador, tal como se deduce de la anónima «Epistula generalis seu apologetica contra Iohannem Ravennatem episcopum» (Epístola general o apologética contra Juan, obispo de Ravena), en la que el autor se quejaba amargamente y lanzaba invectivas contra el obispo, ya que había sido condenado a muerte por la autoridad civil en la cuestión teológica que se debatía, y a pesar de que el obispo de Roma lo había perdonado, el de Ravena no.
De todos modos, las relaciones con san Gregorio Magno (que gobernó del 590 al 604, en parte coincidente con Juan) parecen haber sido fluctuantes, ya que, a pesar de la tensión, el Papa alababa la virtud de Juan, y le dedicó una de sus obras más destacadas, la «Regula Pastoralis». Durante su episcopado se concluyó y dedicó solemnemente, el 17 de mayo del 582, la basílica de San Severo in Classe. Nada más sabemos de Juan, cuya vida y hechos sólo podemos deducirlos de manera muy indirecta. En los elencos de los obispos de Rávena aparece como Juan II, pero no parece que haya recibido ningún culto, ni que se le haya citado como santo.
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