6 de enero de 2015

EPIFANÍA DEL SEÑOR.

Martirologio Romano: Solemnidad de la Epifanía del Señor, en la que se recuerdan tres manifestaciones del gran Dios y Señor nuestro Jesucristo: en Belén, Jesús niño, al ser adorado por los magos; en el Jordán, bautizado por Juan, al ser ungido por el Espíritu Santo y reconocido como Hijo por Dios Padre; y en Caná de Galilea, al hacer patente su gloria transformando el agua en vino en las bodas.


En el Evangelio no se dice que los magos o sabios de oriente hayan sido tres; pero la tradición que lo afirma es muy antigua y se funda sin duda en las tres clases de dones que el Evangelio menciona. Algunos de los frescos más antiguos de las catacumbas, representan a tres reyes, pero otros representan a dos, cuatro y aun seis magos, probablemente por motivos artísticos. Algunos de los Padres, como Orígenes (Hom. in Genesim, XVI, 3), San Máximo de Turín y San León consideran como cosa probada que los magos eran tres. Tal vez en la determinación de este número influyó también el hecho de que frecuentemente se compara o se contrapone a los magos con los tres jóvenes que cantaron las alabanzas de Dios en el horno en llamas, a que se refiere el libro de Daniel (Dn 3).
En los frescos de las catacumbas, así como en los más antiguos grabados de los sarcófagos, se representa siempre a los magos con gorros frigios. La idea de que eran reyes se divulgó posteriormente y es posible que se originase en el salmo 72, 10: «Los reyes de Tarsis y de las islas ofrecerán presentes; los reyes de Arabia y de Saba llevarán regalos». Según parece, san Cesareo de Arlés, que murió en el año 543, fue el primero en citar dicho salmo a este propósito (Migne, PL., vol. XXXIX, c. 2018) y, a partir del siglo VIII, los magos aparecen en todas las representaciones con la corona real. 
Más tarde, el pueblo cristiano dio nombres propios a cada uno de los tres. Un manuscrito de París, que data del siglo VIII, les llama «Bithisarea, Melchior y Gathaspa». En una miniatura del "Codex Egberti" (c. 990) aparecen dos nombres: «Pudizar» y «Melchias». A pesar de estas ligeras divergencias, no cabe duda de que de ahí se derivaron los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar. En las pinturas posteriores de la Edad Media, uno de los magos es casi siempre un joven, otro de edad madura y el tercero muy anciano. La costumbre de representar a uno de los magos como hombre de la raza negra, data del siglo XV.
 Esta fiesta recibe dos nombres: Epifanía o manifestación del Señor, y Reyes Magos, a los que Cristo se manifestó. "No se pusieron en camino, dice San Juan Crisóstomo, porque hubieran visto la estrella, sino que vieron la estrella porque se habían puesto en camino, como premio a su generosa actitud".
 La lección de los Magos es válida siempre. Nos enseñan altura de miras para ver la estrella, intrepidez para seguirla y constancia para llegar al fin. El poeta ingles Auden nos dice: "El primero dice: Debo saber cómo ser verdadero hoy. Por eso sigo la estrella. El segundo dice: Quiero descubrir cómo vivir hoy. Por eso sigo la estrella. El tercero dice: Necesito averiguar cómo amar hoy. Por eso sigo la estrella. Al final afirman los tres: Debemos descubrir cómo ser hombre hoy. Por eso seguimos la estrella". Sus presumibles reliquias se encuentran en la catedral de Colonia. SOLEMNIDAD.

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