(por.: Gonçalo do Amarante).
Dispuesto para la lucha total.
Nació en Atanagilde o Tagilde (Portugal) en el seno de una familia acomodada; cuando manifestó su deseo de ser sacerdote le enviaron al palacio episcopal de Braga para que se preparase para el sacerdocio. Fue ordenado sacerdote en 1215. Tuvo el curato de la iglesia abadía de Payo en Riba de Visela, donde ejerció su ministerio con gran austeridad, piedad, compartiendo sus rentas con los más desfavorecidos y destacándose como predicador.
Marchó en peregrinación a Roma y Jerusalén en 1230, pero al regreso, su sobrino que se había hecho cargo del curato no quiso entregarlo, porque habían pasado muchos años y volvía pobre y andrajoso. El pastor se ha hecho lobo. Ha abandonado el cuidado y se ha dedicado al despojo. Entre comilonas, cacerías, vicios y vanidades se ha convertido de servidor en dueño. Como tantos. No obedece los requerimientos del tío y hasta lo echa con amenazas violentas, maltratándolo físicamente. Ya intentó antes demostrar su muerte para asegurarse el puesto.
Se retiró entonces a la soledad de Amarante, donde se dedicó a evangelizar a las gentes y construyó una ermita en honor a María en los alrededores de Tamaca. Según sus biógrafos, por inspiración de María ingresó en la Orden dominicana, y allí lo recibió (en el convento de Guimaraes), san Pedro González “Telmo”, que le encargó la evangelización de Amarante. Edificó a todos con su piedad, mortificación y santidad. Con la autorización del prelado, vuelve al oratorio de Amarante donde se entrega sin límites a la oración, penitencia y apostolado hasta el fin de su vida quemada en amor a Dios y en bien de los hermanos. Contrajo una gravísima enfermedad y se dispuso a morir como los mejores discípulos del Señor. Su culto fue aprobado en 1560 por Pío IV.
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