(Oringa Menabuoi, Aringa).
Martirologio Romano: En Santa Cruz de Val d'Arno, en Etruria, beata Cristiana (Oringa) Menabuoi, virgen, que fundó un monasterio bajo la Regla de san Agustín.
Oringa Menabuoi nació en Santa Croce sull'Arno (Pistoya, Italia). Amante de la pureza ya desde la infancia, trató de conservar mente y corazón siempre limpios, y darse a la práctica de pequeñas obras de misericordia. La oración mantenía a la pastorcita distante del mundo, sobre todo cuando sola en el campo, mientras cuidaba el ganado, sentía en torno a sí "el hálito de Dios". Huérfana de madre aún niña, fue incomprendida y maltratada por sus hermanos, quienes, llegada la edad del matrimonio, querían obligarla a casarse. Para terminar con esta situación no vio otro remedio que el de abandonar la casa paterna y trasladarse a la vecina ciudad de Lucca, donde durante siete años se procuró lo necesario para vivir trabajando como empleada doméstica. Allí, recogida frecuentemente en oración en la oscura soledad del desván en que habitaba, cada día más enamorada de Cristo, transcurrieron los mejores momentos de su juventud.
En torno a 1265, de regreso de una peregrinación al santuario de San Miguel Arcángel en el monte Gargano, se quedó en Roma al servicio de una noble y piadosa viuda de nombre Margarita, quien muy pronto quedó prendada de sus virtudes y valía espiritual. Fue precisamente en este período cuando, por los ejemplos de caridad dados en todo momento, comenzó a ser conocida con el sobrenombre de "Cristiana".
Encontrándose en Asís, adonde había llegado con Margarita para venerar la tumba de san Francisco, "el Señor le mostró en visión una casa edificada en un lugar y una determinada forma que después ella eligió para construir el monasterio de Santa Croce". Vuelta a su tierra de origen, dispuesta a poner en práctica el ideal de vida religiosa que había madurado en su corazón, superando obstáculos de todo tipo, en 1279 obtuvo del ayuntamiento una casa "que se le concedía para que viviera ella y quienes se le añadiesen para el servicio del Señor". Dio así inicio al monasterio de Santa María y de San Miguel Arcángel, primero como reclusorio de tipo franciscano, y en un segundo momento bajo la regla de san Agustín, y en 1296 obtuvo el definitivo reconocimiento canónico. El año precedente el Capítulo general agustiniano celebrado en Siena ya le había hecho partícipe de todos los bienes espirituales de la Orden "en consideración al afecto que las religiosas mostraban hacia ella".
Favorecida con dones extraordinarios y carismas, como el discernimiento de espíritus, e insigne por su humildad, pureza de vida y caridad con todos, devota de la Inmaculada Concepción de María, después de tres años de indecibles sufrimientos, Cristiana se durmió sonriente en brazos del Señor. Fue sepultada en la pequeña iglesia del monasterio que ella consiguió convertir en prestigioso centro de espiritualidad. El papa Pío VI confirmó su culto el 15 de junio de 1776.
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