12 de noviembre de 2014

San JOSAFAT KUNCEWICZ. (c.1580 - 1623).


Martirologio Romano: Memoria de la pasión de san Josafat (Juan) Kuncewicz, obispo de Polock y mártir, que animó con constante celo a su grey a la unidad católica, cultivó con amorosa devoción el rito eslavo-bizantino y, en Vitebsk en Bielorusia, en aquel tiempo bajo la jurisdicción polaca, cruelmente asaltado por una multitud de personas adversaria a él, murió por la unidad de la Iglesia y por la verdad católica.  


Es el gran apóstol de la unidad entre la Iglesia católica y la ortodoxa. Juan Kuncewycz, nacido de familia de funcionarios y fiel a la ortodoxia en Vladimir o Wolodymyr, Polonia, se convirtió a la Iglesia católica rutena unida. Esta comunidad de cristianos ortodoxos había decidido unirse a Roma, después del sínodo ruteno de Brest-Ltovsk (1595) y que tuvo la aprobación del papa Clemente VIII. Juan entró en el 1604, en el convento de los basilianos de la Santísima Trinidad en Vilna, tomando el nombre de José (Josafat), y con su amigo Rutski (metropolitano más tarde) emprendió la reforma de los basilianos. Josafat se convirtió así en el primer novicio del primer monasterio basiliano unido, fue hegúmeno (superior) y archimandrita. Se dedicó a la predicación para convertir a los hermanos separados, componiendo un libro apologético que recogía sólo textos eslavos para la defensa de la unidad de la Iglesia (1617). Estamos en un contexto en el que tres Iglesias se repartían los países rutenos: los católicos latinos; los cismáticos griegos con sus poderosas confraternidades, que recibían el apoyo de Constantinopla y Moscú, y los católicos de rito uniata griego (mal vistos por muchos polacos, que desdeñaban las largas ceremonias orientales y al clero casado e ignorante). 
Ordenado coadjutor del arzobispo de Pólotsk o Polock y luego sucesor en la sede episcopal (1617), Josafat, que vivía en un país cercano a Moscovia, donde había muchos cismáticos, sintió que su vocación era la de difundir la fe católica entre los rutenos, prodigándose durante diez años de manera incansable, tanto con sínodos y sanciones contra el clero indigno, como con catequesis. Escribió un Catecismo elemental. Por ello suscitó violentas reacciones: primero en la nobleza rutena, suplantada en la nómina de los beneficios eclesiásticos; segundo, en la burguesía, apegada al rito nacional, que temía la introducción de los usos latinos (la nobleza rutena se había pasado al rito latino), y tercero por el pueblo, indiferente a las cuestiones de jurisdicción teórica y refractario a la modificación litúrgica romana, considerada como una traición. A sus 43 años será el hombre más amado y más odiado. El lo conoció y lo proclamó en público: "Quiera Dios que yo dé mi vida por esa unión santa, por el primado de Pedro, y por el Santo Padre, sucesor suyo". La fuerza persuasiva de su vida consiguió grandes conversiones. 
Una trama urdida entre el clero ortodoxo bizantino y la nobleza católica polaca (Polonia necesitaba la ayuda de Constantinopla para luchar contra Suecia y los turcos) decidió que era necesario terminar con la labor misionera de Josafat. Fue bárbaramente asesinado por un grupo de facinerosos en Vitebsk (Bielorrusia), instigados por los nobles y por disidentes griegos, cuando, después de haber asistido a los maitines en la catedral, había vuelto a casa. El cuerpo fue arrojado al río Dvina, con su cilicio lleno de piedras al cuello. Josafat antes de morir les dijo: "Vosotros me odiéis a muerte, pero yo os llevo en el corazón y estaría feliz de morir por vosotros". Josafat fue mal interpretado por sus adversarios, que creían que quería latinizar a los rutenos uniatas, cuando de hecho, conocedor sólo de las lenguas eslavas y no del latín, no quiso jamás renunciar para sí y para sus fieles a las costumbres eslavo-bizantinas y a la religiosidad oriental. Su obra sobre la defensa de la unidad de la Iglesia era la expresión de la justa concepción de la ortodoxia, que no estaba ligada a la cultura latina con preferencia a la griega o eslava. 
Es el primer católico uniata canonizado por la Santa Sede. Fue canonizado en 1867 por Pío IX. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de Occidente, aunque con la última reforma del calendario fue puesta en el 12, que le es más propio. Está enterrado en la basílica de San Pedro de Roma. MEMORIA OBLIGATORIA. 

San NILO "el Sinaita". M. c. 340 o s. V.


Martirologio Romano: En Ancira, de Galacia, san Nilo abad, que, tenido por discípulo de san Juan Crisóstomo, estuvo al frente de su monasterio mucho tiempo y difundió en sus escritos la doctrina ascética.

Según la tradición era un cortesano de Bizancio que buscó el ascetismo y la soledad en el monte Sinaí, junto a su hijo Teódulo. Ambos fueron capturados por unos bandidos beduinos y vendidos como esclavos, pero el padre se salvó y, después de reencontrarse con el hijo, regresaron al monte Sinaí, despues de rechazar el sacerdocio. Los investigadores actuales han demostrado que Nilo fue un monje de Ancira, amigo de san Juan Crisóstomo al que escribió varias cartas sobre la vida monástica; fundó un monasterio en esta ciudad, del que fue abad y fue un prolífico escritor ascético del siglo V. 
Son especialmente dignos de mención los pensamientos de san Nilo el Sinaíta: “Se debe rezar, a imitación de la existencia angélica, no sólo por la purificación propia, sino también por la purificación de todos los hombres”. “Dichoso el monje que considera a todo hombre como Dios junto a Dios. Dichoso el monje que estima la salvación de los otros y los progresos de todos como los suyos propios. El monje es aquel que, separándose de todos, se une a todos. Es aquel que sabe que está con todos y aprecia a cada uno como a sí mismo”. “No prefieras nada al amor al prójimo, salvo en el caso de que te lleve a desdeñar el amor a Dios”.

San RENATO DE ANGERS. M. c. 422.


Obispo de Angers en el siglo V y ermitaño de Sorrento en el siglo IX, que fueron fusionados en el siglo XIII por razones políticas, por la casa de Anjou. En la diócesis de Sorrento se recordaba entre sus pastores de los primeros siglos un obispo de nombre Renato. Un día en el siglo IX, a este personaje se le apareció san Antonio Abad y lo describió como un viejo venerable, con barba y la cabeza calva. 
En Francia, en Angers, se contaba una leyenda en la que san Maurilio, obispo de la ciudad del siglo V, le llamaron para bautizar a un niño, pero por una función religiosa, se retrasó, y cuando llegó, el niño había muerto. Tanto se arrepintió el obispo, que decidió huir, y marchó a Inglaterra donde hizo de jardinero, pero allí fue encontrado y le hicieron volver a su diócesis, y en la tumba del niño sin bautizar, lloró tanto su pecado que la tumba se abrió y apareció un niño crecido que salió de la sepultura. Este niño recibió el nombre de Renato, "renacido", y fue el sucesor de Maurilio en la diócesis. 
Cuando la casa de Anjou conquistó Sorrento, al conocer la historia del santo local, ya sea por los habitantes italianos, como los franceses, acordaron fusionar el mismo santo en un solo día, con lo cual la leyenda se alargó diciendo que el obispo de Angers apareció en Sorrento, en su vejez para vivir como ermitaño. 

San MILLÁN DE LA COGOLLA. (c.474 - c.570).


Martirologio Romano: En los montes de la región de la Cogolla, no lejos de la ciudad de Logroño, en España, san Emiliano o Millán, presbítero, que, después de llevar vida eremítica y clerical, abrazó la monástica y se hizo famoso por su generosidad para con los pobres y el don de profecía.

Natural de Vergegium (Verdejo), diócesis de Tarazona, se llamaba Emiliano. Fue pastor y mientras cuidaba al ganado tocaba el laúd para sobreponerse al sueño. Su vida religiosa solitaria, comenzó cuando supo de la existencia de un famoso eremita, san Felices de Bilibio y sin pensarlo se fue hacia él y le pidió ser su discípulo, y vivió con él, como maestro de ascética en el eremitorio de Cogolla. Tuvo como biógrafos a Gonzalo de Berceo y san Braulio, obispo de Zaragoza: "Con la ayuda de Cristo, nuestro Señor... háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que, delante de su faz, gozosos seamos".
Pasado algún tiempo y renovado en su espíritu, volvió a su casa. No pudó vivir en la paz de la soledad por la ingente cantidad de gentes que iban a pedirle consejo, por lo cual se marchó a lo más intrincado y remoto del monte Distercio, en La Rioja. Le quisieron ordenar presbítero y nombrar párroco pero cuando lo supo comenzó hacer obras de caridad, que despertó la envidia y la calumnia de los propios presbíteros y así pudo volver a su soledad, sin tener que decir que no quería ser ordenado.
Otros autores afirman que llegó a ser ordenado sacerdote por el obispo de Tarazona, Dídimo, pero como repartía las rentas de la Iglesia entre los pobres, fue acusado al obispo que le quitó la parroquia de Santa Eulalia de Vergegium y así se pudo retirar a la soledad que era lo que quería. Fundó un cenobio en Suso, que luego se convertirá en un monasterio. Se le juntó un discípulo llamado Aselo y con él comenzó una comunidad que se extendió por La Rioja y en torno a su figura se constituyó el germen del gran monasterio de San Millán de la Cogolla. Sobre su vida se han escrito muchas leyendas y milagros fantásticos. Copatrono de España.

San CADWALLADR FENDIGAID. (633 - c.664).


Último rey de Cymrica (Gales) de una tribu de raza celta. Era hijo de Cadwallon, rey de Gwynedd en Gales y de su mujer Alcfrith, hermana del rey Penda de Mercia. En el 634, con apenas un año de edad, heredó el reino de su padre que murió en la batalla de Heavensfield combatiendo contra san Oswaldo.
 Se desencadenó una guerra civil: el trono fue usurpado por Cadfael, hijo de Cynfeddw, mientras nuestro santo tuvo que huir. Parece que creció en Irlanda o en Bretaña, o en el reino de Gales vecino al suyo. Cuando regresó a su patria, tuvo que luchar contra los sajones de Wessex en Somerset (658), pero no venció. Después de estas acciones militares, se dedico a los problemas internos, en particular en defender a los cristianos de su país contra las incursiones paganas y beneficiar a la Iglesia; entre otras cosas fue un benefactor de la abadía de Clynnog Fawr. En una época de devastaciones y desolación, representó un baluarte de fe para su pueblo, encarnando el modelo de soberano descrito por la Biblia. Cuando ya era anciano, se piensa que se hizo monje en el real monasterio de Eglwys Ael en Ynys Mon. 
En las “Tríadas Galeses”, un documento medieval, se dice que fue uno de los tres reyes con “las fajas doradas  de la Isla de Bretaña”, hay que decir que la faja dorada era signo del supremo poder temporal, que se ponía alrededor del cuello, en el brazo o en la rodilla. En otra “Tríada”, se le define como “Fendigaid” (“Beato” o “Bendito” en galés) como otros dos soberanos, por su dedicación a sus subditos cristianos. 
Una tradición cuenta que estuvo enfermo durante gran parte de su gobierno, mientras la guerra civil proseguía de forma intermitente. Hacia el 664, hubo una epidemia de peste y una gran carestía, tanto en Britania como en Irlanda. El historiador Nennio afirma que nuestro rey murió de peste, pero probablemente se confunde con su enemigo el rey Cadfael.
El historiador Godofredo de Monmouth afirma en cambio, en su “Historia Regum Britanniae”, otra tradición en la que Cadwaladr, sobrevivió a la peste, se refugió en Bretaña, como huesped del rey Alain Hir (“el Alto”). Muchos años después, presumiblemente después de Cadfael y el fin de la peste, envió a su hijo Ifwr a Gran Bretaña, para preservar el trono. Lo siguió poco después, porque se ganó la fama de ser el último monarca que gozo de cierta preeminencia sobre los otros reyes celtas. No confundir con san Caedwalla. En Gales tiene dedicadas muchas iglesias. Una antigua tradición lo exalta como “duque en batalla” contra los anglosajones.
Algunas leyendas narran que, como el rey Arturo, regresará para guiar a su pueblo a la victoria. También legendaria es la tradición que se le atribuye el estandarte con el dragón rojo, que hoy es uno de los símbolos de la identidad nacional galesa, que fue retomado por el rey Enrique VII Tudor en la batalla de Bosworth Fiel en el 1485, con la que terminó la Guerra de las Dos Rosas.

Santos BENITO, JUAN, MATEO, ISAAC y CRISTIANO. M. 1005.


Martirologio Romano: En Kazimierz en el río Warta, en Polonia, santos Benito, Juan, Mateo e Isaac, mártires, que, enviados para anunciar la fe cristiana en Polonia, fueron degollados por la noche por algunos bandidos. Junto a ellos también se conmemora a Cristiano, su siervo, ahorcado en el recinto de la iglesia

A pesar de que son desconocidos para el gran público, los santos Benito, Juan, Mateo e Isaac, monjes camaldulenses, son los primeros cristianos en tener el privilegio de testificar con su fe, derramando su sangre en tierra polaca. 
Benito nació en Benevento. Cuando descubrieron la vocación religiosa de su hijo, sus padres consiguieron que fuera ordenado sacerdote con 18 años y fuera también nombrado canónigo. Pero el jovencísimo sacerdote, al comprender la gravedad moral de su situación, deseó expiar la culpa primero retirándose a un monasterio napolitano, después haciendo vida eremítica en el monte Soratte en Roma y luego en Montecasino. Tuvo un encuentro decisivo para su vida con san Romualdo en Rávena. 
El fundador de los camaldulenses le invitó a ingresar en la nueva Orden y en octubre del 1001, por petición del emperador Otón III, lo eligió para que evangelizara la Pomerania. Fue así que Benito, acompañado junto con su cohermano Juan de Cervia y de tres novicios polacos, Mateo, Isaac y Bernabé, inició fervorosamente su apostolado; fue acogido calurosamente en la corte de Boleslao I en Polonia occidental, donde conoció la cultura eslava y la nueva lengua. El mismo duque les donó un eremitorio en Kazimierz, junto a Gniezno.
En este eremitorio, se consumó el martirio: Benito, Juan, Mateo, Isaac y su siervo Cristiano fueron asesinados de algunos bandidos paganos. Intentaban robarles diez libras de plata que el príncipe polaco Boleslao les había dado como donativo para el Papa. Se salvó solamente el novicio Bernabé que aquel día se había marchado para Roma. Venerados enseguida como santos, el eremitorio fue meta de peregrinaciones, y sus reliquias fueron trasladadas a Olomouc. 

Beato JUAN CINI "de la Paz". (1270-1340).


Martirologio Romano: En Pisa, de la Toscana, beato Juan Cini, apellidado “de Paz”, que pasó del servicio militar al servicio de Dios en la Tercera Orden de San Francisco.

Natural de Pisa. Contrajo matrimonio y fue soldado en la guera entre Pisa y Florencia. Tomó parte en el asesinato del arzobispo electo de la diócesis de Pisa, Mateo, lo que le valió la excomunión y la cárcel. Esta excomunión y la experiencia de la guerra, donde vio morir a tantos amigos, le llevaron a la conversión. 
Se hizo Terciario franciscano y se volcó en obras de penitencia y caridad. A partir de 1305 fue elegido en varias ocasiones presidente de la "Piadosa Casa de la Misericordia", cuya finalidad era hacer la caridad a los más pobres y necesitados, y a los peregrinos. Con el beato Juan dicha institución cobró nuevo impulso. Fue él quien inició la costumbre de llevar limosna de noche (alimento, ropa, dinero) a los pobres "vergonzantes", que jamás se atreverían a recibirla públicamente, a la luz del día.
Eso duró hasta que decidió retirarse a hacer vida eremítica en una celda junto a la Puerta de la Paz, de Pisa. De ahí le viene el nombre de "Juan de la Paz". A partir de entonces se dedicó, sobre todo, a hacer penitencia por los pecados de su vida pasada, y a pedir al Señor por la paz en su ciudad, tan agitada por las luchas de partido. El ejemplo de su austeridad, afabilidad y caridad atrajo a muchos, especialmente a jóvenes deseosos de imitarlo. Para ellos fundó la Congregación de los "Ermitaños Terciarios Franciscanos", llamados "Fraticelli", una congregación ya hace mucho que se extinguió. El obispo les entregó la ermita de Santa María de la Sambuca, que se convirtió pronto en un vivero de santidad, bajo la dirección del beato Juan.
También se le atribuye la fundación de la Compañía de Disciplinados de San Juan Evangelista, con sede en el oratorio de la Puerta de la Paz, donde Juan Cini pasó los últimos años de su vida, encerrado en una pequeña celda y recibiendo la comunión y el poco alimento que le daban de limosna, a través de una ventanilla estrella. Allí murió a los 70 años. Sus restos reposan en la iglesia de San Francisco de Pisa.
Aprobó su culto Pío IX el 10 de septiembre de 1857. Sin embargo, cuando se aprobó el culto se hablaba de que había muerto en el siglo XV, no en el XIV,. porque se había confundido al beato Juan con otro Juan de Pisa, un peletero casado que no es el beato que conmemoramos hoy, pero que ha dado lugar a que, incluso hoy, en muchas biografías estén mal consignadas las fechas (ver la obra de S. Barsotti -que fue quien descubrió la confusión-, «Pro memoria sul B. Giovanni della Pace», 1901). 

San DIEGO DE ALCALÁ. (1400-1463).


Martirologio Romano: En Alcalá de Henares, en España, san Diego, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que se distinguió tanto en las islas Canarias como en la iglesia de Santa María de Araceli, en Roma, por su humildad y caridad en el cuidado de los enfermos.

Natural de San Nicolás del Puerto (Sevilla). Sus padres eran pobres y le pusieron el nombre de Diego en honor a Santiago, patrón de España. Siendo jovencito se fue a vivir a una ermita, bajo la dirección de un buen sacerdote que le enseñó el camino de la virtud. Vivió de limosna y compartió su dinero con los mendigos. Luego vivió como sacristán, hasta su ingreso en los franciscanos observantes, como hermano cooperador o converso en Arrizafa, cerca de Córdoba, donde ejerció de cocinero y portero, y con 30 años aprendió a leer y escribir. 
Renovando siempre en su vida, la pasión de Cristo, misionó, después del noviciado en la Casa-Grande de Sevilla, en la isla de Fuerteventura, con el cargo de guardián; donde atrajo a muchísimos guanches y los defendió de la rapacidad de los conquistadores, y llegó a fundar un convento franciscano. De nuevo lo trasladaron a la península, y fue al convento de Nuestra Señora de Loreto, cerca de Sevilla donde trabajó como hortelano y cocinero. Al año siguiente, 1450 lo encontramos en Roma: en un capítulo general de la Orden, en la adquisición del Jubileo del 1450, y la canonización de san Bernardino de Siena. Durante la epidemia romana de 1450, a falta de esperanzas humanas, signó, con la cruz, a los enfermos y, con el aceite de la lámpara de la Virgen, y succionó las llagas con su propia boca, provocando con ello el milagro. 
Vuelto a España, fue enviado al convento de Santa María de Jesús de Alcalá de Henares, donde pasó los últimos 13 años de su vida ejerciendo su vida de portero. Fue famoso por su generosidad hacia los pobres y hacia todos los que acudían al convento, produciéndose muchos milagros. Murió con fama de santo y sobre él empezaron a escribirse muchas leyendas que no tienen visos de autenticidad. Felipe II solicitó su canonización, porque un supuesto milagro de fray Diego había curado a su hijo, el príncipe Carlos. Esta tuvo lugar en 1588 por Sixto V. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales. 

San MARGARITO FLORES GARCÍA. (1899-1927).


Martirologio Romano: En la ciudad de Tulimán, en México, san Margarito Flores, presbítero y mártir, que, en la gran persecución contra la Iglesia, por ser sacerdote fue encarcelado y fusilado, obteniendo así la gloria del martirio.


Nació en Taxco de Alarcón (Guerrero-Méjico) en el seno de una familia pobre y campesina. A los 13 años tuvo una grave enfermedad de viruelas negras. Curado, ayudó a su padre en el campo hasta que cogió una pulmonía, trabajando luego en una empresa comercial hasta que volvió otra vez caer gravemente enfermo.
En 1914, ingresó en el seminario de Chilapa y se ayudó económicamente a sus estudios siendo el peluquero de los seminaristas. Fue ordenado sacerdote en 1924. Primero se quedó como profesor del seminario para pasar luego como vicario cooperador de Chilpancingo, donde fomentó la frecuencia de los sacramentos y fundó un colegio católico, que estimó mucho.
Por causa de la persecución, fue trasladado a Tecapulco. Mientras realizaba una visita al párroco de Cocalotenango, llegaron los soldados, y tuvieron que refugiarse en las montañas. Luego cada sacerdote se fue a su casa familiar, pero la de Margarito no quiso recibirlo por miedo.
Finalmente fue acogido por un familiar, y más tarde marchó a Méjico capital, donde, en cuanto pudo ejerció su ministerio. Descubierto fue encarcelado, y aquí pudo ejercer su misión consolando y confesando a numerosos condenados a muerte. Fue dejado libre, y regresó a Chilapa hasta que fue destinado como párroco de Atenango del Río (Guerrero). Estaba fuera de la diócesis cuando supo la muerte del padre san David Uribe y exclamó: "Me hierve el alma, yo también voy a dar la vida por Cristo; voy a pedir permiso al superior y también voy a emprender el vuelo del martirio". Fue nombrado párroco en funciones y antes de llegar a su iglesia fue reconocido y se le envió a Tulimán; se le concedió elegir el sitio de su muerte y él eligió la pared de la iglesia. Llegado ante ella pidió un momento para rezar. Uno de los soldados que iba a fusilarlo se acercó y le pidió perdón. El mártir lo perdonó y lo bendijo. Luego fue fusilado. Durante tres días su cuerpo estuvo tirado en el suelo, finalmente sus restos reposan en la ermita del Señor de Ojeda de su pueblo.

OTROS SANTOS DEL DÍA:



catedral de Vienne
San Hesiquio de Vienne. s. V.
Martirologio Romano: En Vienne en Burgundia, hoy Francia, san Hesiquio, obispo, que fue elevado a la dignidad senatorial y a la episcopal; sus hijos, que había engendrado precedentemente, fueron los santos Apolinar, obispo de Valence, y Avito, que le sucedió en la sede de Vienne
Obispo de Vienne, Francia, que fue elevado a la dignidad episcopal siendo senador; sus hijos, engendrados antes de ser obispo, fueron: san Apolinar, obispo de Valence (Francia), y san Avito, su sucesor en la sede de Vienne. 

San Macario de Mull. s. VI. 
Martirologio Romano: En la isla de Mull, en Escocia, san Macario, obispo, oriundo de Irlanda, al que se le considera discípulo de san Columba y fundador de esta Iglesia.
Macar o Macario era natural de Irlanda, fue bautizado por san Colmán y fue discípulo de san Columba en Iona; fue enviado, junto a 12 discípulos a convertir a los pictos (Escocia). Se dice que evangelizó la isla de Mull y que fue consagrado obispo antes de partir a predicar a los pictos, en el distrito actual de Aberdeen. Es muy probable que haya misionado en esa región; en todo caso, se le atribuye la fundación de la sede de Aberdeen. 
Antiguamente, en la catedral de esa Sede, solía emplearse siempre agua del «pozo de San Machar» para los bautizos.

San Cuniberto de Colonia. (590-663). 
Martirologio Romano: En Colonia, de Austrasia, san Cuniberto, obispo, que, después de las invasiones de los bárbaros, renovó en la ciudad y en todos los pueblos la vida de la Iglesia y la piedad de los fieles.
Nació en el valle del Mosela. Creció en la Corte del soberano franco Clotario II. Ordenado sacerdote fue primero archidiácono en Tréveris y después, hacia el 625, su protector, el rey Dagoberto I, lo promovió como arzobispo de Colonia. Fue primer ministro durante la minoría de edad del rey san Sigeberto III de Austrasia y uno de sus tutores; "Dio el ejemplo del compromiso cristiano en la construcción de la ciudad terrestre". Según la leyenda, él fue quién descubrió las reliquias de santa Úrsula y las once mil vírgenes. 
Por una carta de san Bonifacio de Maguncia se sabe que Cuniberto quería evangelizar Frisia, pero su interés principal era el cuidado pastoral de su diócesis, por esto en los últimos añs de su vida dejó la vida de la Corte para dedicarse completamente a sus fieles. Cuando murió, sus restos fueron sepultados en la iglesia de San Clemente que él había edificado en Colonia, y que pronto fue rebautizada con su nombre.

San Labuino.  M. c. 773. 
Martirologio Romano: En Deventer en Frisia, en la actual Holanda, san Labuino, sacerdote, que, monje llegado de Inglaterra, trabajó por anunciar a los habitantes de esta región la paz y la salvación de Cristo
Benedictino de Ripón que marchó a Holanda y participó en el trabajo misionero iniciado por  san Bonifacio. Junto a san Marcelino, trabajó durante el episcopado de san Gregorio de Utrecht y fundó la iglesia de Deventer, después siguió su apostolado entre los sajones y frisones.  
Hay una famosa representación de Labuino en el gran retablo mayor, obra de Rubens, ahora en el Museos de Bellas Artes de Bruselas, donde san Labuino, con vestiduras de obispo, sufre el martirio por extirpación de la lengua, que se da a los perros, mientras en el cielo se desata un furioso huracán que asusta a los crueles asesinos. 

José Medes Ferris. Beato. (1885-1936). 
Martirologio Romano: En la villa Alcudia de Carlet, en la región de Valencia, de España, beato José Medes Ferris, mártir, que durante la persecución contra la fe, por su valiente fidelidad, el Señor le concedió el premio eterno.
Nació en Algemesí. Casado con Purificación Esteve Martínez, no tuvieron hijos. Trabajaba en el campo. Era miembro de la Acción Católica, la Adoración Nocturna, terciario carmelita. Colaboró con el Sindicato Católico Agrícola. 
Cuando cerraron los conventos en 1936, albergó en su casa a sus hermanos Ernesto y Vicente, carmelitas, y a su hermana Natividad, cisterciense. Con ellos rezaba todos los días el rosario y se ponían en manos de Dios animándose mutuamente. En 1936, el Frente Popular, arrestó a sus tres hermanos, y José y su esposa oraron intensamente. Al día siguiente José fue detenido y llevado al monasterio cisterciense de Fons Salutis, donde estaban sus hermanos pero no pudo hablar con ellos. Fue fusilado con sus tres hermanos en Alcudia de Carlet, mientras gritaron vivas a Cristo Rey y al Sagrado Corazón. José es hasta ahora el único de los hermanos beatificado, el 11 de marzo de 2001 por san Juan Pablo II.