Martirologio Romano: En la ciudad de Unzen, en Japón, beato Miguel Nakasima, religioso de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, siendo catequista, a causa de su fe en Cristo fue sumergido en agua hirviendo, consiguiendo así la corona del martirio.

En agosto de ese mismo año se le prohibió salir de casa, lo que le impedía incluso ayudar a sus padres, que eran pobres y necesitaban de él. Un año más tarde, el 3 de septiembre de 1628, se negó a contribuir a la recogida de leña para la quema de varios cristianos, entonces le fue confiscada la casa y él fue arrestado y llevado a Ximabara. Comenzó una larga y terrible serie de suplicios para conseguir que apostatara, y entre ellos padeció varias veces el horroroso tormento del agua, pero su mayor pena fue saber que sus padres, vencidos por los tormentos, habían apostatado. Desesperados de lograr su apostasía se le condenó al suplicio del agua sulfurosa de Ungen. El mártir fue trasladado al lugar del suplicio en una infame carreta; allí su cuerpo fue rociado y zambullido varias veces al día en aguas hirvientes y sulfurosas, y así varias semanas hasta que, reducido su cuerpo a una pura llaga, murió. Fue beatificado en 1867 por el beato Pío IX.
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