Martirologio Romano: En el pueblo de Motril en Granada en la costa española, beato Vicente Soler, sacerdote de la Orden de los Agustinos Recoletos y mártir, que fue condenado a muerte en la misma persecución junto a otros compañeros de prisión preparados devotamente por él a la muerte y triunfo en Cristo, fue fusilado ante el muro del cementerio.
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En 1906 vuelve a España donde tiene diversos cargos, entre ellos el de asistente de la provincia de Santo Tomás de Villanueva, trabajando intensamente en la predicación de la palabra de Dios y en la formación de los jóvenes religiosos. Prestigiado dentro de la Orden por sus magníficas cualidades y virtudes, fue elegido prior general en 1926, este último oficio lo aceptó a disgusto y terminó por renunciar a él. Se retiró a Motril donde continuó su apostolado y donde daba un espléndido ejemplo de vida religiosa, teniéndolo los fieles por santo. Era un religioso ejemplar, dotado de sentido social y amante de los pobres. En Motril infundió nueva vida a los talleres de Santa Rita, fundó el Círculo Católico de Obreros (1914) y abrió una escuela nocturna. Tenía gran devoción a María, a san José y al Corazón de Jesús. Promovió la esclavitud mariana y las vocaciones religiosas y sacerdotales. Escribió libros de índole histórica, devocional o religiosa.
Cuando el 25 de julio de 1936 las turbas se apoderaron de Motril y quemaron las iglesias y conventos, el P. Vicente buscó refugio en casa de unos amigos, pero el día 29 fue descubierto, arrestado y llevado a la cárcel. Aquí hizo vida de intensa piedad, entregado por completo a la voluntad de Dios y a la espera del martirio, ejercitando su ministerio sacerdotal a favor de los otros presos. La noche del 14 de agosto lo sacaron con otros dieciocho compañeros de prisión y los llevaron a las tapias del cementerio donde a la una de la madrugada los fusilaron. El P. Vicente estaba el décimo de la fila y fue dando la absolución a sus compañeros conforme iban siendo fusilados. Los demás fueron fusilados de espaldas pero a él se le obligó a volverse de frente a sus verdugos. Fue beatificado el 7 de marzo de 1999 por el papa Juan Pablo II.
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