Martirologio Romano: En Tours, de Neustria, tránsito de san Odón, abad de Cluny, que instauró la observancia monástica según la Regla de san Benito y la disciplina de san Benito de Aniano.

Viajó mucho reformando conventos como Saint Benoît sur Loire, Romainmôtier, Subiaco... Estuvo en Roma varias veces. Roma estaba revuelta y Odón fue siempre mensajero de paz. Logró la reconciliación entre el cónsul Alberico y el rey Hugo, que tiranizaban la Ciudad eterna. Fue nombrado archimandrita de todos los cenobios romanos, entre los que sobresalió el ubicado en el Aventino, monasterio de Nuestra Señora, de donde salieron grandes monjes, como Hildebrando. Su influencia se extendió al monasterio de Subiaco y otros muchos esparcidos por Italia. Fue consejero de los pontífices León VII y Esteban IX. Tuvo tanto prestigio que un biógrafo de su época dijo: "cuando entraba en la basílica de San Pedro, las muchedumbres le rodeaban y, tomando los bordes de su escapulario, lo llevaban a los labios".
El fruto principal del periodo abacial de Odón fue la autoridad y ascendiente moral adquiridos por Cluny. Al morir dejó una estela de discípulos bien formados en el espíritu benedictino que dejaron huella en la sociedad. Los largos períodos abaciales que se sucederían a la muerte de su inmediato sucesor, san Aymard, darán estabilidad a su obra de reforma. Cluny fue pronto conocido como el centro de la cristiandad y la fuente de una vida religiosa, moral, limpia y fecunda. Odón fue severo y exigente en la disciplina consigo y con los demás. Pero a la vez fue un hombre lleno de bondad y mansedumbre. Coronado de méritos, murió de fiebres violentas en Tours, donde está enterrado.
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