Martirologio Romano: En Nagasaki, de Japón, santos mártires Lucas Alfonso Gorda, presbítero, y Mateo Kohioye, religioso, los dos de la Orden de Predicadores. El primero trabajó antes en las Islas Filipinas y pasó después al Japón, donde fue ardiente ministro del Evangelio durante diez años, y el segundo, de dieciocho años de edad, fue su compañero en propagar y testimoniar la fe cristiana.

Salió para el Japón con el padre san Domingo Ibáñez de Erquiza en 1623. Jovial e intrépido, tras estudiar el japonés con el padre san Luis Bertrán, recorrió numerosas provincias del imperio, llegando hasta Kyoto en un viaje que duró seis meses y que dedicó a atender a los cristianos perseguidos, para ello se vio obligado a esconderse, disfrazarse y huir. En 1633 fue presentado ante la Santa Sede para obispo, pero siguió trabajando en la clandestinidad en un intenso y azaroso apostolado. Fue capturado en Osaka y conducido a Nagasaki donde fue encarcelado. Murió en el tormento del agua ingurgitada y de la horca y la hoya, cuando acababa de cumplir 39 años de edad.

Compareció ante el tribunal de Osaka, donde los jueces le ofrecieron suculentos regalos si apostataba, pero él y los demás catequistas contestaron que no pensaban apostatar ni delatar a otros cristianos. Fue trasladado a Nagasaki donde llegó después de un largo calvario. Murió con alegría en el tormento de la horca y la hoya, sus restos fueron reducidos a cenizas.
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