Martirologio Romano: Conmemoración de san Plácido, monje, que fue desde su infancia discípulo queridísimo de san Benito.
Nació en Roma. Discípulo de san Benito de Nursia al que siguió a Montecasino y luego a Subiaco. Compañero de san Mauro de Glandfeuil. En relación a su vida encajaría aquí perfectamente la antigua leyenda de dos monjes del yermo. Lejos estaba la leña y todos los días cruzaba el monje el arenal. Y a mitad del camino, una fuente cristalina. Sus ganas de beber las reprimía y ofrendaba a Dios el sacrificio del agua. Entonces el Señor le encendía una estrella en el cielo... Una tarde le acompañaba un joven monje. Cargados con la leña cruzaban agobiados el arenal. El joven, silencioso, iba con los labios resecos. En esto, gritó con alegría: ¡Padre, mira, una fuente! Y el anciano reflexionó: Si yo no bebo, tampoco él se atreverá. Y se fue a la fuente, y se puso a beber y a beber. El joven, dichoso, bebía y bebía. ¿Me faltará hoy la estrella? sospechó el anciano. Al reanudar la marcha, vio que el Señor le había encendido dos estrellas. Esta escena volverá a reproducirse un día entre san Benito y sus discípulos.
Según el relato imaginario de la “Vita Placidii” de san Pedro el Diácono, Placido habría sido enviado por san Benito a Mesina, donde fundó una abadía y se dice que murió mártir en Sicilia, junto con su hermana santa Flavia por unos piratas paganos, pero no es cierto, sino una leyenda sin fundamento, que lo equivocan con un mártir siciliano del mismo nombre. Fray Justo Pérez de Urbel, dice de él que era "la alegría que canta, ... la joya del maestro, su más tierno amor."
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