Martirologio Romano: En Cierges, en la región de Auvernia, en la Galia, san Geraldo, que, siendo conde de Aurillac, fue un ejemplo para los demás príncipes por haber vivido como monje con hábito secular, procurando el bien de las regiones que tenía encomendadas.
Nació en el suroeste de Francia en el seno de una familia de la nobleza; su padre era conde. Recibió una educación conforme a las exigencias de la nobleza de su tiempo, pero también, tras unos problemas de salud, una instrucción literaria y religiosa que tendrá gran importancia en su vida. Conde de Aurillac en 875 a la muerte de su padre; llevó una vida virtuosa en un periodo donde esto era muy difícil para una persona de su rango. Pensó en recibir una orden sagrada, pero siguió el consejo del obispo Gozberto de Rodez de permanecer laico llevando una vida humilde y piadosa, casi monástica. Fundó (hacia el 895) la abadía benedictina de San Padro en sus tierras de Aurillac, bajo la autoridad directa de la Santa Sede y para el que obtuvo, en el 899, la inmunidad y protección real y la dotó con gran generosidad. Geraldo destacó por sus peregrinaciones, en particular a San Pedro de Solignac, a San Martín de Tours, a San Marcial de Limoges, pero sobre todo a Roma (siete veces) de donde recogió muchas reliquias para su monasterio. En el 902 se quedó ciego, y llevó una vida cada vez más monástica. Murió en su propiedad de Saint-Cirgues en Quercy, y fue enterrado e la abadía de Aurillac, que tomará su nombre.
Gerarldo resistió las tentaciones del mundo; luchó contra la injusticia, pero sin atacar a nadie, se puso voluntariamente al servicio de la paz, protegió a la Iglesia y se sometió a la autoridad papal. Es un de los pocos laicos canonizados en el Medioevo.
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