26 de octubre de 2014

San CEDA DE LASTINGHAM. M. 664.


Martirologio Romano: En Lastingham, de la Nortumbria, san Ceda, hermano de san Ceadas, ordenado obispo de los sajones orientales por san Finano, asentando los cimientos de esta nueva Iglesia.

Hermano de san Ceaddas. Cuando Peada, el hijo de Penda, rey de Mercia, fue designado por su padre como rey de los ingleses de las tierras centrales, fue a la corte de san Oswin, rey de los northumbros, y allí fue bautizado, junto con todos sus sirvientes, por san Finián, obispo de Lindisfarne. Fue monje en la abadía de Lindisfarne. Cuatro sacerdotes: san Cedd, Adda, Betta y san Diuma, fueron enviados a predicar el evangelio entre su pueblo, los ingleses de las zonas centrales. 
Sigeberto, rey de los sajones del Este, al visitar a san Oswin, fue convencido por el príncipe para que abandonase los ídolos y fuera bautizado por san Finian. Cuando regresó a su reino, pidió a Oswin que le enviase algunos maestros para instruir a su pueblo en la fe cristiana. Cedd fue enviado con otros sacerdotes a los sajones del Este. Cuando hubieron viajado por toda la provincia, fundando numerosas iglesias para Cristo, Cedd regresó a Lindisfarne para consultar con san Finian que lo eligió obispo de los sajones orientales. Allí continuó con su labor de evangelización. Erigió dos monasterios en aquellas zonas, que al parecer fueron destruidos después por los daneses y nunca fueron restaurados. Fundó la abadía de Tilbury y de Lastingham (o Lestingay o Laestingaeu), en unos terrenos cedidos por el rey de York, Ediwald; Cedd situó en él a los monjes con un superior procedente de Lindisfarne; y continuó dirigiéndolo y después los visitó muchas veces. También fundó un monasterio en una ciudad llamada Ythancester, que fue tragada, gradualmente por el mar. 
En el sínodo de Whitby, en el 664, abandonó la liturgia celta o escocesa por la romana (referente a la observancia canónica del tiempo de la Pascua). Ya anciano se retiró a su fundación de Lastingham, en Yorkshire, para morir bajo la obediencia monástica y la peste. Treinta de los monjes de Essex, al conocer su muerte, vinieron a Lastingham (desaparecido tras la invasión danesa y que no se sabe su ubicación) con el propósito de vivir y morir donde su santo padre había terminado su vida. Fueron muy bien recibidos, pero también murieron de peste, excepto un niño que no había sido bautizado y que fue hallado después, siendo con el paso del tiempo sacerdote y vivió para la santidad.   

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