12 de octubre de 2014

OTROS SANTOS DEL DÍA:


San Maximiliano de Lorch. M. c. 284. 
Martirologio Romano: En la provincia del Nórico, junto al Danubio, san Maximiliano, venerado como obispo de Lorch.
Natural de Nórica, fundó la iglesia de Lorch y fue martirizado en Celeia en Estiria durante la persecución de Numerario. 
Según unas supuestas “Actas” escritas en el s. XIII, nació en Cilli (Steiermark) de Estiria y, a los siete años, se le confió a un sacerdote para que le educase. Algunos años después, Maximiliano repartió entre los pobres su rica herencia y emprendió una peregrinación a Roma. El Papa Sixto II le envió a evangelizar Nóricum, y el santo fijó su residencia episcopal en Lorch; no obstante las persecuciones de Valeriano y Aureliano, el santo sobrevivió veinte años y convirtió a numerosas personas. 
Pero en el reinado de Numeriano, el prefecto de Nóricum lanzó una nueva persecución, y san Maximiliano fue convocado para que ofreciese sacrificios a los dioses. Al rehusarse a ello, fue decapitado fuera de las murallas de la ciudad de Cilli.

Santa Domnina. M. 303. 
Martirologio Romano: En Anazarbo, de Cilicia, santa Domnina, mártir, que bajo el emperador Diocleciano y el prefecto Licias, después de haber sufrido muchos tormentos, entregó en la cárcel su espíritu a Dios.

San Hedisto. M. 303/8. 
Martirologio Romano: En Roma en la vía Laurentina, san Hedisto, mártir
Según la “Passio” legendaria había sido bautizado por el apóstol san Pedro y era escudero de Nerón. Mientras el emperador se encontraba en Laurento, conoció al presbítero Prisco, a la mujer de éste, Termancia, la hija Criste (Cristina) y la sierva Victoria. Con ellos, Hedisto, participaba en la liturgia que se celebraba de noche en un arenario, pero, descubierto por la traición de un siervo suyo, fue, junto a sus amigos, sepultado vivo en el arenal, mientras Victoria, que había conseguido huir, fue ejecutada en un bosque cercano.

San Opilio. c. s. V. 
Martirologio Romano: En Piacenza, ciudad de la Emilia, san Opilio, diácono.

Santos Amelio y Amico. M. 773. 
Según la leyenda, en tiempos de Pipino nacieron dos niños extraordinariamente parecidos, uno era hijo de un conde de Alvernia y el otro hijo de un soldado bericano. Se conocieron en Lucca, mientras iban a Roma a recibir el bautismo, y allí se hicieron amigos; el Papa los bautizó: el hijo del conde recibió el nombre de Amelio y el del soldado el nombre de Amico. Como recuerdo del bautismo, cada uno recibió del Papa como regalo una copa de madera, decorada de oro y piedras preciosas. Cada uno regresó a su patria. 
Después de la muerte del padre de Amico, éste tuvo que dejar su patria; partió con 10 siervos para ir al encuentro de Amelio, pero no lo encontró, porque éste se había marchado a Bericum para visitarle. Después de muchas aventuras, Amico, afligido porque no sería reconocido al tener la lepra, marchó a Roma, donde fue acogido por el antipapa Constantino, pero después de tres años, como llegara una gran carestía, se marchó a la casa de Amelio, que, no sabiendo que era su amigo, le envitó a comer y bebieron en la copa recibida por el papa: así se reconocieron.
Pasaron varios años, hasta que tomaron parte en la campaña de Carlomagno contra los lombardos en Italia septentrional; cayeron en batalla, y desde entonces fueron venerados como mártires. Sobre su vida se construyó una leyenda llena de fantasías. Son conmemorados en Morata (Pavía) donde sus cuerpos fueron sepultados.
Duomo de Pavía

San Rotobaldo de Pavia. M. 1254.
Martirologio Romano: En Pavía, de la Lombardía, san Rotobaldo, obispo, varón ejemplar por su espíritu de penitencia, que se distinguió por su interés hacia el culto divino y las reliquias de los santos.
Archidiácono de la catedral de Pavía, en el 1230, fue elegido y consagrado por el papa Gregorio IX, 53º Obispo de Pavía. Fue muy activo en la caridad. Junto con el Papa, predicó la cruzada contra Federico II, cosa que le valió la cárcel. Después trabajó para reconciliar al emperador con Inocencio IV. Sus reliquias se conservan en la catedral de Pavía.

Eufrasio del Niño Jesús Barredo Fernández. Beato. (1897-1934). 
Eufrasio Barredo Fernández nació en Cancienes del Concejo de Corvera (Asturias). En 1912 ingresó en el colegio teresiano de los Carmelitas Descalzos de Villafranca de Navarra. En 1916 emitió la profesión simple, que ratificaría con la solemne en 1922. Terminados sus estudios fue ordenado sacerdote en 1922 en Santander. Destinado a Cracovia (Polonia), a fin de fortalecer la presencia carmelita en aquellas tierras, permaneció allí de 1926 a 1928. A su regreso fue destinado a Burgos, como director de las revistas “Ecos del Carmelo y Praga” y “Monte Carmelo”.
En 1929 llega a Oviedo, como professor de teología y en 1933 es elegido prior de su comunidad. El 5 de octubre de 1934 estallaba la revolución de Asturias. Ante esta adversidad el P. Eufrasio buscó refugio para sus religiosos. Él trató de huir por la alta tapia de la huerta, pero se cayó y se luxó una cadera. Al ir empeorando su lesión, el 12 de octubre solicitó que lo llevaran al Hospital. Los milicianos le arrancaron –con ese verbo crudo lo expresa Albert Camus en una obra dramática suya– de la cama del hospital y lo condujeron al Mercado Viejo en el barrio de san Lázaro (Oviedo). Colocado de pie junto a un muro, y antes de recibir los disparos, se dirigió a los pistoleros con estas palabras: “Os perdono, hijos míos”; luego por tres veces gritó: “¡Viva Cristo Rey!”. 

Pacífico de Valencia (Pedro Salcedo Puchades). Beato. (1874-1936). 
Martirologio Romano: En la aldea de Massamagrell, en Valencia, beato Pacífico (Pedro) Salcedo Puchades, religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que en la misma persecución fue conformado a la Pasión de Cristo.
Nació en Castellar-Valencia. Profesó en la Orden Capuchina el 21 de junio de 1900. Durante 37 años fue limosnero para el convento de Massamagrell, en el que estaba el Seminario Seráfico de la Provincia, edificando a todos con su ejemplo de bondad y sencillez. Cuando se cerró el convento, se refugió en casa de un hermano suyo. Allí llegaron los milicianos la noche del 12 de octubre de 1936, y ante los requerimientos de los verdugos se presentó fray Pacífico diciendo: “Soy yo”. Se lo llevaron a empujones y culatazos de fusil, mientras ”él rezaba el Rosario, a lo largo del camino del azud de Monteolivete en La Punta-Valencia. En la orilla del río Turia, cerca de la presa, lo fusilaron.

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