18 de septiembre de 2014

Beatos DAVID OKELO y GILDO IRWA. M. 1918.


Martirologio Romano: En la aldea de Paimol junto a la misión de Kalongi en Uganda, beatos David Okelo y Gildo Irwa, catequistas y mártires, que, traspasados con la lanza por los paganos del lugar por haberse involucrado en la evangelización del pueblo, manifestaron con su intrépido martirio la potencia de Cristo

David pertenecía a la tribu Ocioli, al norte de Uganda. Los misioneros combonianos habían llegado en 1915 a la región de Kitgum, donde comenzaron su labor evangelizadora con la ayuda de algunos catequistas. Existían entonces muchas dificultades, algunas creadas por la I Guerra Mundial, otras por la peste, la viruela y la situación de carestía. Para los brujos de la zona la llegada del cristianismo era la causa de todas las desgracias. Por ello surgieron movimientos anticristianos y anticolonialistas (los Adwi y los Abas) promovidos por los brujos y apoyados por los traficantes de marfil y de esclavos, que veían en el cristianismo un obstáculo para sus negocios. Además eran frecuentes las luchas tribales.
En este contexto se sitúa el testimonio heróico de los dos jóvenes catequistas, que no dudaron en trasladarse a Paimol para cubrir el vacío dejado en la obra de evangelización por la muerte de Antonio, el hermano de David. Cuando este pidió al misionero sustituir a su hermano, juntamente con su amigo Gildo, intentó persuadirles, no sólo por su juventud, sino también por el peligro que corrían en aquella violenta zona. “¿Y si os matan?, pregunto entonces el misionero. “¡Iremos al paraíso!” fue la respuesta de los jóvenes.
 Llegados a su destino en 1917, fueron martirizados en Palamuku, cerca de Paimol, Uganda, por defender la fe, se les dio la oportunidad de conservar la vida si abandoban su fe, pero no quisieron. Los dos se dedicaron a su misión de evangelización y ganaban su sustento trabajando en el campo. Un catequista que enseñaba en una aldea dejó este testimonio: “Toda la gente del pueblo sin excepción les amaba por el bien que hacían... Murieron en el cumplimiento exacto de su enseñanza”. Los cristianos del lugar, acabada la furia homicida, llamaron al lugar del martirio Palamuku, Wi-Polo (“En el cielo”) para recordar el premio concedido por Dios a los dos adolescentes. Fueron beatificados en el año 2002 por SS Juan Pablo II.

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