Martirologio Romano: En Palestina, san Quiríaco, anacoreta, de vida austerísima que habitó en cuevas hasta casi nonagenario y fue ejemplo de anacoretas y defensor de la verdadera fe contra los errores de los origenistas.
Nació en Corinto. Deseoso de perfección marchó a Palestina y recibió el hábito de los monjes de manos de san Eutimio “el Grande”, uno de los padres del monacato palestino. Pero éste, juzgándolo demasiado joven, no quiso retenerlo. Quiriaco entonces decidió ingresar entre los discípulos de san Gerásimo que vivían junto al Jordán. Aquí pasó nueve años de duro noviciado. A la muerte de sus dos maestros, regresó a la laura de san Eutimio donde se quedó otros nueve años. A lo largo de su existencia vivió como anacoreta en varias "lauras" de Palestina, que durante cerca de noventa años llevó una vida de extrema penitencia en las cuevas.
En aquel entonces la vida de los monasterios era amenudo turbada por las divisiones y contrastes sobre las doctrinas teológicas todavía no esclarecidas por los Concilios. Quiriaco fue llamado a imponer su autoridad a los monjes que sostenían las teorías origenistas. Su biógrafo, Cirilo de Scitópolis, le visitó en el monasterio de Susakim y lo encontró en compañía de un león que vivía con él como si fuera su perro guardián. Murió en la laura de san Caritón en San Sabas a la edad de 108 años.
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